Pintura: David Konigsberg
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Mi blog sobrevivirá el final de los tiempos y las
mariposas mutantes.
Alejandro, @tumeromole
Miro el calendario y
doy un grito de júbilo por todo lo que me ha dado este blog. A pesar de que
digan que los blogs pueden morir, tengo la creencia que seguirán con vida y no
será tan fácil su muerte. Y aunque últimamente use con mucha frecuencia el muro de twitter,
sigo sosteniéndome por el origen de mis raíces: mi blog.
En este agosto cumplo
siete años de perseverar con mi alfabeto. Como si cada año fuera la eternidad
de un día. Siete años, un número con mucha historia. Y aquí, en esta casa tan
preciada para mí, agradezco a cada
persona que se detuvo y ha permanecido conmigo por todo este tiempo. De igual
manera, para los que se acercaron a la ventana, miraron la brevedad de mis
manos y se fueron. Y para aquellos que saborean su café en silencio.
¿Cómo no estar feliz
por todo lo que me ha brindado mi blog? Los abrazos y los afectos se han hecho
realidad, sencillamente por el corazón de las letras. Y la distancia no se
conoce. Un solo mapa para recordar y dejar la memoria escrita. Cuando muera, la
niña de mis ojos se cubrirá de mis hojas.
Muchas veces me visitan
los días de desasosiegos, de preguntas sin respuestas, la fragilidad del
cansancio por no querer continuar, porque me gusta más leer que escribir, pero entonces
recuerdo y repito: escribo para contarme la vida.
Celebro con ustedes.