viernes, agosto 25, 2017

Doce años

Imagen de Henn Kim

a Rubén Sosa por preguntarme dónde lee mi alfabeto
 y a JoséRomero y a Luis David por insistir en mis manos.


Desde niña me gustó escribir y lo hice por mucho tiempo. Era una niña de cabello largo con trenzas. Siempre escribí hasta que una excompañera de la universidad me dijo que yo escribía porquerías. Supongo que los ingenuos le creemos todo los que nos dicen a los que consideramos verdaderos amigos. Así que yo le creí y dejé el juego de la escritura durante 20 años.

Hace 16 años, escribí una carta a un niño que nació. La madre, amiga tan mía, al leer la carta descubrió lo que había en mis manos. Pero no hice caso. Y seguí con el juego de las hojas en blanco.

Hace doce años, un escritor insistió en conocerme y me obligó a abrir este blog. A él le debo este mundo. Mundo en que dejó de ser virtual para transformarse en real. Me llevó a nuevos caminos y pude constatar que mi voz y mis letras eran reales. Después, regresé a la extensión de las nuevas redes. No sé si soy necia en permanecer en esta casa que de repente abandono por estar con la brevedad de los muros efímeros.

Posteriormente, llegó gente importante que no olvido y estoy sumamente agradecida porque no han dejado de creer en mi cuaderno. Por toda esa gente que ha permanecido a mi lado, por la que ha llegado y por la que se ha ido. Por sus ánimos: ¡Gracias!

Y cuando estoy por quemar mi barquito de papel, alguien me conoce y yo vuelvo a resucitar y a desear continuar en el camino de la imaginación.

Me queda claro que mis manos han enloquecido y que por más que quiero detenerlas, es imposible. Yo escribo las 24 horas de cada día y todas las letras se las lleva la lluvia del pueblo que habito.

Mientras tanto, yo celebro doce años por la misma razón: Escribo para contarme la vida.


jueves, agosto 03, 2017

Jueves de Verano

Imagen de Henn Kim
Verano del 3 de agosto
Hace mil y una noche, era jueves.
Y escribo:
Gracias a Dios por enseñarme a contar mis días y darme un corazón de búsqueda y curiosidad para tener plenitud.
Gracias a mi madre por encapricharse y desgarrar su vientre para nombrarme.
Gracias a mi familia porque no me permitieron elegirlos, pero me tocó tenerlos para recordar quién fui y quién soy. Gracias por cada uno de ellos. ¡Gracias!
Gracias a mis amigos que me han entregado su corazón y me han hecho vivir de mil maneras.
Gracias por las palabras de ustedes que me reinventan y me hacen volar.
Gracias a mis pastores que con su vara me infunden aliento.
Gracias a mi Sherezade que no ha permitido que me aburra por vivir y me alimenta de conversaciones para que yo aprenda y crezca.
Gracias a mi Bella Genio por impulsarme a vivir.
Gracias al mar que me reta a controlar mi vulnerabilidad; gracias a la montaña que me invita a continuar el camino; gracias al cielo que me llena de su gracia; gracias a los árboles, al viento, a las flores y a todos los perros que me provocan la mayor imaginación y alegría. Gracias al cine, a la literatura y a todo el arte que me han cambiado la mirada. Gracias a todas mis hojas blancas que me esperan para contarme la vida.
Gracias a la vida por todos los sucesos maravillosos y adversos que he vivido.
Otra vez, otra vez, sí, otra vez, felizmente, cumplo otro año de vida siendo jueves.
¡Salud!



martes, agosto 01, 2017

Confieso

Pintura de Salvador Dalí

Confieso que he vivido entre la adversidad y la fortuna.

Confieso que a veces despierto sin ganas de nada, pero me levanto y pienso que despertar es volver a nacer.

Confieso que detesto la adicción a la tristeza. No puedo gastar tiempo  en sentirme víctima por lo que me tocó vivir o lo que desearía vivir. 

Confieso que disfruto el presente a lo máximo, dejando atrás el doloroso pasado y caminando hacia un futuro glorioso.

Confieso que me gusta escribir para sentirme con vida.

Confieso que sin Dios no soy nada y por su Palabra tengo vida.