Máximo Ballester cursó talleres de literatura y teatro. En 1998 publicó su primer libro titulado
Disfraz al agua de Ediciones Ocruxaves. Ha participado en varias antologías, entre ellas la de
Poesía insomne de la editorial Dunken. También escribe
aforismos que piensa publicar próximamente. En este año ha publicado dos libros:
Musas extraviadas de la editorial Dunken, poemas escritos durante los últimos tres años y que fueron apareciendo
en su blog que lleva el mismo nombre. Y
En la orilla de Ediciones El mono amado.
Durante tres años he leído a Máximo a través de sus páginas digitales, pero abrazar sus Musas extraviadas ha sido un placer. Me gusta abrir el libro y encontrarme siempre con un poema y ¿por qué no? también sentirme una musa extraviada. Yo también quiero “Salir a la calle a tomar aire. Salir a publicarse”.
Quise conocer un poco acerca de Máximo y de éste libro. Comparto la charla.
¿Cómo surge el gusto por escribir?
En la escuela primaria. Aquellas redacciones que pedían las maestras invitaban a la imaginación. Pero fue un poco más tarde que sentí un verdadero entusiasmo por las letras.
¿Desde cuándo escribes poesía?
Desde la adolescencia. Aunque eran poemas impresentables. Cuando me formé allá por mis veintitantos años como lector y como hombre, me fui sintiendo más seguro en mi poesía. Creo que llego a mi escritura un tanto tardíamente. Me reprocho no haber leído más literatura de niño. Leía, sí, pero demasiadas historietas y revistas, y de vez en cuando algún libro.
¿Qué pretendes con tus letras, hasta dónde llegar?
A lectores que puedan disfrutar de lo que escribo. Reconocimiento. Que se me lea con alegría si es posible. Aunque nunca tuve demasiadas pretensiones. Me basta que alguien me diga cada tanto que se ha quedado con un poema, que lo recuerda o lo ha copiado.
¿Tienes influencia de algún poeta o escritor?
De muchos. Y de todos he tomado algo. Consciente o inconscientemente. Creo que eso es muy común en todos los que escribimos. Por nombrar sólo algunos: Cortázar, Prevert, Vallejo, Cioran, Hemingway, Joan Brossa, Girondo, Pessoa, Gelman, Monterroso, Pizarnik, Dostoievski, Huidobro, García Lorca, etc…
Ese tono sarcástico y de buen humor, ¿de dónde surge? ¿Es así en la vida real Máximo?
Sí, el humor es una constante en mi vida. Y lo practico a menudo en situaciones cotidianas. De chico siempre fui el de “las salidas”, el del chiste, las imitaciones y las bromas. En algunos poemas me resulta inevitable algún rasgo de humor. O de ironía. O lo sarcástico, como bien me apuntás. Creo que es una manera de mirar las cosas. Y de pararse frente a la vida.
¿Qué poema te identifica?
Si hablamos de los míos, podría ser “Contrablanco”. Pero también “Experimento”, por lo que te decía antes de cierta mirada. Mirada que creo un poeta debe tener y que debe definirlo de algún modo. Porque pienso que su mirada del mundo, su manera de plasmarla en el papel, y aún cuando no lo haga, es lo que define en última instancia a un poeta. Otros poemas con los que me identifico son “Clepsidra”, y esos juegos que hago con el paraguas por murciélago y en “Con un pájaro en un ojo”.
¿Cómo nace Musas extraviadas?
Musas Extraviadas nace de unos cuantos papelitos donde intentaba escribir poemas que en un principio los llamé “Poemas del no dolor” y que eran divertimentos. La idea era conformar un libro piola, como decimos los argentinos, de lectura ágil y divertida. Los concebí como juegos. Hay en ellos una valorización de los objetos y ciertos ejes básicos como la imposibilidad de la escritura –tema de los más preferidos por mí, por eso también el título del libro- y situaciones donde se da el absurdo y el traspié amoroso. Algunos poemas son como postales. El del cartel, y ese otro de las niñas en la estación de tren, por ejemplo.
¿Qué te falta por realizar en la vida?
Editar algunos libros más. Escribir algunos cuantos poemas y aforismos. Seguir difundiendo mi poesía, seguir camino con Cruzagramas un grupo que integro de amigos con quienes participamos de encuentros literarios y que tiene su sitio en internet. Decís “realizar”, bueno, creo que es eso: me falta “terminar” de realizarme. Creo que voy en camino.