Imagen: Pablo Picasso |
Texto
inspirado y dedicado a Alexa, una niña de ocho años.
Escucho el ladrido de
mis perros. Algo les molesta. Quizá sea el ruido de los helicópteros o la gente
que corre y grita nerviosamente o los niños que lloran sin parar. Yo pienso que
son los cohetes, pero alguien me dice que son las balas. ¿Balas? Y me estremezco.
Empiezo a preguntar qué es lo que sucede. Puedo imaginar muchas cosas feas y
creer que es una pesadilla. A mi corta edad, puedo percibir que mucha gente
tiene miedo. “Demasiados problemas abundan y la gente anda inquieta” dice el
señor de la tienda. Entonces, mi madre se acerca, me abraza y me dice que no
pierda la tranquilidad y que sea fuerte. Y me recuerda las palabras de Jesús:
“En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”.
Miro mi jardín y camino
con mis perros para recuperar la alegría que me caracteriza y, sobre todo,
poder compartirla a quienes la
necesiten. Sé que debo empezar por mi casa y con mi familia. Y continuar con
mis compañeros de la escuela y del ballet, con mis maestros, con mis amigos y
con todos lo que me rodean. Debo decirles que si me ven alegre es porque tengo
paz. La paz que me ha dado Dios a través de mi hogar.
Deseo que todos puedan
tener paz y la practiquen en todo momento. Deseo que nada ni nadie se las
quite. Deseo que los perros ladren de alegría o que las mujeres corran sin
miedo o que los niños jueguen sin lágrimas. Deseo que todos puedan andar en la
ciudad sin miedo. Deseo crecer con tranquilad, contemplar los rostros sin
tristeza y escuchar sus bocas llenas de paz.
Paz, paz, paz…
Me gusta pronunciar:
Paz. Es una palabra tan pequeñita, sólo tiene tres letras, pero en su pequeñez
es demasiado poderosa. Si todos la pronunciáramos juntos, nuestro caminar sería
diferente. Y nuestro corazón siempre derramaría palabras pacificas.
Soy y seré defensora de
la humanidad.
En mi nombre llevo la
paz.
7 comentarios:
Como te he dicho por el otro lado, llega hasta lo más hondo. ¡Que casualidades tiene nuestro día a día, entiendo que estés impresionada!
Debemos pronunciar al mismo tiempo todos los seres humanos, la palabra "PAZ".
Tu escrito es para tenerlo de cabecera.
Besicos muchos.
Que así sea, Graciela.
Un abrazo grandote
Ay, querida Eva, este país. Yo sigo en shock por lo de los 49 torsos hallados en Cadereyta. Esa atrocidad me tiene muy desesperanzada. El nivel de maldad humana puede ser tan grande.
Ojalá que la Paz nos sea.
Un abrazo
Un texto precioso y muy necesario, clarice, pues sé cuanto estáis padeciendo la violencia más brutal. También nosotros y nuestros niños estamos sufriendo otra violencia, la económica, que nos está empobreciendo a pasos agigantados y, como siempre ocurre, golpea con más brutalidad a los más débiles. Ojala la palabra Paz viniera en nuestros nombres y en la de los desalmados que nos gobiernan.
Cuando leo/veo esas atrocidades, pienso que seguimos en el Paleolítico, tribus, cuevas, sangre, hachas...
Ojalá la paz fuera la primera de las ideas, no la última.
Un abrazo, Clarice.
Saludos, Graciela.
Nunca está de más exigir la paz, clamarla a los vientos, pedirla a nuestro alrededor.
Y es desde nuestros corazones en paz donde podrá crecer la semilla de la paz en todos los rincones.Que se haga la paz.
Un abrazo
di de casualidad con el blog. hermosos textos, he estado intruseando...
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