El desasosiego de un blog...

Cuando las manos no tienen aliento para escribir, el cuerpo duele por las balas recibidas, los brazos no son suficientes para detener un árbol, los ojos contemplan un mundo lleno de humo, los niños no palpitan con risas, las calles están empobrecidas por el poder de otros, el fuego acaba con los verdes naturales, los perros están extraviados, el desempleo está permanente, las bolsas están controladas, los libros solo sirven de adorno, los oídos escuchan noticias malas, las imágenes son blancas y negras, los colores ya no existen, la esperanza parece que se acaba en cada rostro caminante, entonces recuerdo a Omar Piña cuando hace un año, me dijo que él creía en mi escritura, me alentó a que nunca dejara de escribir y por cuestiones laborales, me apoyó y animó a que abriera un blog.

En la revista Proceso había leído sobre la historia del blog, a pesar de que sabía la importancia y la revolución que estaban causando en el ciberespacio, abrí mi blog en la ignorancia total de todo lo gratificante que me esperaba este nuevo mundo.

Recuerdo cuando elegí el nombre ideal para esta casa cibernética y decidí que el objetivo del blog sería para compartir de mi tierra, para fomentar y apoyar a todos los que están involucrados en el arte y la cultura. Lo inicié con miedo y emoción a la vez. Ha sido un año de entrega y pasión. Nunca imaginé cruzar fronteras, conocer de otras culturas, aprender de cada blog, entrelazar el cariño entre los lectores e iniciar nuevas amistades.

Los primeros amigos que conocí fueron Roberto Arancibia y Amélie Poulain, ellos me aportaron y me enseñaron mucho de este camino. Roberto ha sido el diseñador de mi casa y de estar al pendiente de mí cuando me atoro en algo. Poco a poco empezaron a llegar nuevos amigos y este blog ha sido también una puerta abierta para que en mi país los conozcan a través de sus letras.

Escribo con el cuerpo de mi corazón y cuando he tenido desasosiegos por mi alfabeto, en el momento exacto han llegado personas acertadas a decirme que siga escribiendo, me han dado su cariño y su apoyo solidario y esto no se puede pagar con nada, porque el agradecimiento no tiene precio.

Así que agradezco a cada uno que se ha detenido ante mis letras, por cada una de sus hermosas palabras que he recibido a través de sus comentarios o cartas. Por mi familia y por todos.

Aquí estoy, siendo escritura con la voz de mi manos.