Dos años y un seudónimo

Pintura: Priscila Rodríguez

A Sandra, a Rodríguez y a Omar

Nací en un agosto y en las letras también. He cumplido dos años de escribir semanalmente sin interrupción para ésta mi casa editorial y por consiguiente en mi blog. Desde niña llevaba un “diario personal”, con el tiempo fue tirado a la basura. Posteriormente, cuando uno se enamora, escribe, y yo creo que tan mal era mi alfabeto, que ese viejo amor llevó todo a la basura. Decidí no escribir más. Una amiga querida, me animó a que escribiera, pero pensé que no era necesario. Hace unos años, conocí a alguien tan especial en mi vida que me vino a despertar la necesidad de escribir, a convencerme, a que creyera en mí. Esa persona me mostró su mundo y me presentó los libros de Clarice Lispector y Alessandro Baricco, entre otros autores. Inmediatamente me enamoré de estos escritores. Y el calendario avanzó, y conocí a otra persona que vino a terminar la fase de la credulidad en mis letras, invitándome a escribir en este espacio editorial. Pasaron más de veinte años para que volviera a tomar la pluma.

Al inicio de este camino tan difícil, me negaba a usar mi nombre real y decidí usar un seudónimo, como tantos que lo han hecho. Era tanta mi inseguridad y mi pánico, creí que con un seudónimo iba yo a ser más libre. Pensé entre tantos nombres y escogí Clarice Baricco en honor a esa persona que creyó en mí. El gusto me duró poco, porque quien me invitó a colaborar en esta casa editorial, no aceptaba seudónimos y además de que me decía que con el tiempo podría arrepentirme. El nombre ya era lo de menos, porque mi esencia siempre ha sido la misma.

Siempre he dicho que no soy escritora ni pretendo serlo. Me declaro lectora. En dos años he aprendido, crecido y también llorado. Mi sentencia ha sido fomentar la cultura y el arte y de vez en cuando, contarme la vida. A lo largo de dos años, he conocido muchos personajes interesantes, muchas historias, y no todo ha sido contado. Siempre se quedan guardados en el cajón de los recuerdos, algunas charlas, películas, exposiciones, conciertos, libros, viajes, porque la inspiración no me llega. Así de sencillo. Por más que he peleado por obtener el oficio, no he logrado alcanzarlo. Entre tanto desasosiego interno, entre tanta interrogante de porque la necedad de continuar escribiendo, ha sido gratificante la experiencia. La vida me ha sido frágil y en un instante las letras quedan olvidadas. Como las promesas, como los rechazos, como el polvo.

Gracias a mi familia, a mis amigos y compañeros de batallas y alegrías. Gracias a ti por leerme. Escribir para contarme la vida.