Gracias 2007

Algo me sucede siempre que pienso en la dificultad de escribir el último texto del año, parece sencillo cuando hay tantos momentos maravillosos y vividos para escribir, sin embargo, quizá por ese pequeño detalle, me embarga un corazón contenido a punto de incendiarse. Recordar todo un año a través de las hojas que cayeron de mis árboles, y contar las sonrisas falsas o sinceras, las lágrimas adoloridas o de dicha, las manos que nos dijeron adiós o para darnos la bienvenida, los ojos que se quedaron para siempre. Recordar la vida con sus ires y venires, guardarla con un título numérico: 2007. No se me hace fácil dibujarlo.

Un año más en donde traté de no perder la capacidad de asombro, donde disfruté más de lo que esperaba, más de lo que pensaba. Un año en donde mi familia y los verdaderos amigos estuvieron conmigo día a día, sin irse. Gozando y compartiendo mis logros personales, mis sueños realizados, llorando conmigo en mis tristezas y decepciones. Un año en donde pude constatar que vale la pena esperar, así sean más de veinte años o un año, para poder tocar a esos seres que apreciamos y admiramos. Un año grato a pesar de las desgracias, un año tan azul como el cielo inmenso que me habita y que al mirarlo para cerrar el último pestañeo e iniciar otro, volteo y ahí está, a lo lejos, brillante e inalcanzable, una estrella de agua. La belleza de los días dejándonos ecos. La presencia de corazones amándonos. Las llaves atinadas abriendo nuevos caminos. Las olas de nuestro mar abrazándonos esperanzadas. La tierra dando caricias a nuestros ojos. La vida en un año contenida. Con dudas, con certezas. Como todos.

Termino un año sumamente agradecida por lo que Dios me dio en todos los aspectos de mi vida y también por lo que perdí. En el nuevo año que inicia, deseo recordar siempre la expresión del libertador Moisés “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”.