Foto: Pamela Albarracín
“La vida es un chocolate en todas sus presentaciones” fue lo que respondí ocurrentemente cuando me preguntaron como contemplaba la vida. Por supuesto, en ese momento de la pregunta, yo me estaba comiendo uno. Y sin querer profundizar en una tarde de lluvia, pensé que la vida es como los chocolates. Cada día son distintos: blancos, negros, dulces, empalagosos, agridulces, amargos, llamativos, etc.
Una de mis debilidades son los chocolates. Los disfruto como si cada chocolate fuera el único y el último. A veces, en casa, deben de esconderlos, como si fuera una niña envidiosa que no permito que nadie los toque.
Los ojos de la infancia me traen el recuerdo de esa caja amarilla llamada Abuelita. Y para variar, en la gran fiesta de mis quince años, mis padres me complacieron con el pastel que llevara relleno de chocolate. También me maravillé cuando por vez primera probé el mole y supe que uno de sus ingredientes era el chocolate.
Iluminadamente les doy la bienvenida en cualquier estado de ánimo y en cualquier época del año. Desde un chocolate oaxaqueño hasta un chocolate extranjero. No importa de donde provenga. Puede ser en tableta o en un delicioso y frío licuado o en una linda taza caliente. Sola o acompañada lo disfruto.
Lo cierto es que no los saboreo con frecuencia. Ni siquiera he ido a un spa a que me den un masaje con chocolate.
Independientemente de las pasiones que desprende, de sus virtudes y defectos, de sus mitos o beneficios que otorga, el origen de su historia es interesante y existen películas, libros y canciones en donde el chocolate es el protagonista.
¿Será que la vida sea un chocolate? Eso y más.
Mientras tanto, recibiré el otoño con un chocolatito.
Les comparto una canción que me gusta y me parece simpática con Tim Maia.
13 comentarios:
CHO-CO-LA-TE
Uhm, si deletrear esta palabra ya despierta pasiones insospechadas...
Ay, ay... ¡Estas cosas embrujadas que vinieron de las Indias!
Ni siquiera la Santa Inquisicion pudo con el chocolate...
Je,je,je
Amiga, compartimos ese interes comun por el chocolate...
Je,je,je
Un abrazo, Clarice
Yo también soy un apasionado del chocolate. Mejor cuanto más negro y más puro. No me puede faltar un poco de chocolate después de comer.
También me encanta relleno de menta... Ahora, lo del masaje con chocolate tampoco, eso es abusar... ¿o no? ;)
Un abrazo.
Y la foto está simpatiquísima.
Saludos para la autora.
Pues me uno al club de los adictos al chocolate, y mejor si -como bien dice Miguel- es negro y puro. Riquísimo. Sube los ánimos y es un verdadero placer para los sentidos. ¿Se puede pedir más por tan poco?
Un abrazo
Hola, Graciela, bien haallada de nuevo. Me di un atracón de cholate, me confieso adicta también, apunté en mi lista de pelís alguna que no vi de las recomendadas, la de los cerezo alemana me pareció hermosísima y tierna.
Espero no perderte de nuevo. Y sí, si se quiere se saca tiempo para todo.
Ah, puedes "robarme" todas las fotos que te gusten, es un honor viniendo de persona tan exquisita en sus gustos.
Muchos besos,
Bellísimas palabras. La imagen a mi también me ha gustado mucho. Me ha caído muy en gracia.
Por el chocolate muero de gozo...Su aroma, su sabor, su tersura, su textura...pega fuerte en mis neuronas llenándome de recuerdos de infancia, todos gratos.
Sabes? Me gusta la idea. La vida es como un chocolate. Estupendo. Y qué preciosa la foto!
Besos de vuelta!
Aunque arranco del chocolate en barritas pues al parecer creo que despues no podria dejarlo...si lo gozo en plenitud cuando es liquido. No hay invierno sin chocolate para mi, en estos frios de Chicago, te calientan el alma ademas del cuerpo. Besitos.
Ivania
Hola Graciela!
Pues dicen por ahi que el chocolate libera endorfinas, igual que el ejercicio, que el enamoramiento y que el sexo. Por eso dicen que puede ser sustituto de todo lo anterior... yo lo dudo. Pero de que es rico, es rico.
Un besote... y ayúdame a dar a conocer mi blog, por fa!
Abrazos!
Hola wapa
Solo pasé a saludar.Aqui tienes un bicho raro,a mi no me gusta el chocolate
bss
Yo por el chocolate mato. Con eso digo todo. Y por eso no lo compro porque tengo peligro.
Bendigo a esa monja de tu tierra que lo mezcló con azúcar y un poco de leche allá por el XVI. Debiera ser beatificada por vía de apremio.
:-)
Un abrazo.
Salud. Con chocolate.
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