jueves, octubre 29, 2009

Oficina de correos


Recordé años atrás cuando me daba felicidad escribir o recibir cartas de puño y letra. Hojas decoradas y aromáticas, timbres hermosos de colección y sobres llenos de esperanza. Desde niña me gustaba escribir cartas y mantenía correspondencia con mis amigas o primas que estaban fuera de la ciudad. También, por diez años me carteé con el hombre de mi vida. Diez años sin interrupción. Disciplinadamente, dos veces por semana acudía a la oficina de correos. Subir las escaleras con el corazón agitado de aquél bello edificio histórico y llevar a cabo todo el proceso para meter la carta al buzón, era una delicia. Hasta que se acabó el encanto y llegó la computadora acompañada del internet.

Con los años me volví perezosa y fui presa fácil de la rapidez y comodidad de dar un simple click para enviar un correo electrónico. Dejé de ir a la oficina de correos. Dejé de escribir cartas de puño y letra. Sin embargo, yo seguí escuchando el silbato del cartero. Abrir la puerta para recibir el corazón sellado en un paquete amarillo, de amigos de otros mares y otras tierras, es de lo más hermoso.

Hace unos días, tuve que ir a la oficina de correos del pueblo que habito. Al llegar y observar el lugar tan arcaico, de repente me sentí que estaba en otra época. Me sentí extraña. Observé a los empleados como acomodaban las cartas y los paquetes, observé los casilleros postales, observé la báscula en donde se pesan las cartas, observé los timbres. Tenía mucho tiempo que no enviaba un sobre. Ni siquiera era una carta de amor. Simplemente fue cumplir con un requisito solicitado por mi hermano y que al membretar el sobre, la mano fue tan torpe que ni la pluma podía tomar con fuerza. Increíblemente los dedos no entendieron mi letra y molestos preguntaron: ¿con qué letra: Times New Roman o Lucida Calligraphy?

Al salir de la oficina, hablé con mi mano derecha y le dije: no sé cómo lo harás, pero volveremos a los tiempos de fe.

Espero que nunca llegue el día en que cierren las oficinas de correos.

24 comentarios:

virgi dijo...

Las cartas tienen una magia que nos lleva y nos trae por los senderos de la ilusión, el deseo, la añoranza.

Me ha gustado cruzar el mar y visitarte, besos.

Camille Stein dijo...

sigo manteniendo la fe en el puño y letra... hay ilusiones que nunca retroceden, que nunca pierden su rastro de delicia...

un beso, Graciela

Jose Ignacio Escribano dijo...

Es todo un lujo leer lo que escribes. Gracias por tu blog.
Saludos

Beatriz AA dijo...

Ya sabes que a las cartas les dedico mi tiempo desde hace diez años en internet... Y conservo aun todas aquellas que he recibido desde la infancia y adolescencia. Las tengo en paquetes atadas con un cordel, cada paquete un año.

Luego todo eso pasó...

Un beso Gracielita (si me permites llamarte asi)

Beatriz AA dijo...

Perdón, siempre me olvido de hacer clic en la casilla de los post, y luego no recibo avisos de contestación.

;-)

Pame Recetas dijo...

Maravilloso querida Graciela, simplemente maravilloso. No tengo más que agregar, sólo un beso

vodka dijo...

Pero, Graciela... las cartas de amor, son cartas de amor no importa el formato, el paquete.
Nunca se escribieron tantas cartas de amor como desde que existe el mail...pensa en lo intimo de apretar un boton y saber que êl lo esta recibiendo...imaginarte su cara cuando la pantalla se enciende...bah, el amor cambia los formatos, pero el amor no cambia.

Manuel Rodriguez dijo...

Hola! espero que estes muy bien, sabes a mi tambien me encanta mandar y recivir cartas, y en especial cuando me llegan los timbres es lo primero que veo. Yo tambien espero que nunca cierren las oficinas de correo.

I. Robledo dijo...

Ah, amiga, correos... Las cartas de amor... Ah...

Un día escribí un poema de amor y se lo mandé a María...

Cuando lo recibió y la leýó juró y perjuró que yo no podía haber escrito esa cosa tan bella...

Je,je,je

Y tu diras, y esto que tiene que ver con las oficinas de correos...

Pues nada, pero es que uno es asi...

Je,je,je

Anónimo dijo...

Que lindo recuerdo. Yo amaba ir al correo a dejar mis cartitas. Amaba esperar al cartero para recibir las que me enviaban. De hecho y sonara del siglo requete antepasado, yo conoci asi a mi marido: a traves de cartitas que cruzaban miles de kms para acercarnos. Besitos.
Ivania

Alyxandria Faderland dijo...

En las epocas del correo que mencionas, yo era un queso para escribir, ademas de no tener mucha parentela para cartearme y la que tenia no me daba ganas de escribirles nada, de modo que despues de la consabida primera frase queridatiaesperoquecuandorecibasestacartaestesbien la inspiracion huia despavorida y no sabia con que mas rellenar la inmensa hoja de papel. Y luego no hubo mas porque cartearse, hasta que ahora con juicio mediante me toca ir a menudo a cursar cartas documentos que llevo prolijamente impresos en Arial 10 para su mejor lectura. Yo solo firmo.
.
En cuanto a dejarte tarea, no.... solo que habia un post para que rieras un poco, al contrario yo estoy en deuda contigo y deberia enviarte algo.

Eleonaí dijo...

A veces llegan cartas...

Que estés bien.

Raúl dijo...

Es cierto lo que cuentas. No lo había pensado, pero es cierto. Las oficinas de correo, se han convertido ya en una burbuja del pasado.

Isa Segura B. dijo...

Quizá se halla perdido nuestra cualidad de amanuense con la llegada de internet, pero se ha recuperado una costumbre que estaba en total declive, la comunicación escrita.
Un beso.

Marcela dijo...

Cuando era niña le mandaba cartas a mi tía abuela en Rosario. Era todo un acontecimiento cuando sus cartas llegaban. Y mi tío abuelo, todos mis cumpleaños, enviaba un telegrama que decía: "Marcela. Feliz Cumpleaños. Te queremos". Y era lindo saber que él recordaba todos los 13 de enero a la mañana ir corriendo a la oficina de correo para desearme feliz cumpleaños. Ellos no tenían teléfono y era la única forma de que ese día yo recibiera sí o sí mi felicitación (¡no debía llegar antes ni después, él era muy estricto con eso!), y sé que para su bolsillo era todo un gasto ese telegrama.
Uy, me fui de tema y creo que voy a llorar!!
Besitos. Ojalá que siempre sigan existiendo las cartas, por más internet que haya.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Graciela,¡que bonito relato! Me has recordado otros tiemos. También fui a la oficina de correos dos o tres veces por semana, para dejar una carta al hombre de mi vida y además, por bastantes años, eran días de emigración, como ahora.

Me has hecho recordar y he disfrutado leyéndote.

Besicos muchos guapa.

alba dijo...

También yo, desde niña, soy una escritora de cartas apasionada. Me gusta, me relaja escribirlas. De hecho, ahora que cada vez más los sobres y sellos están siendo sustituidos por la velocidad e inmediatez de los correos electrónicos, una de mis pequeñas grandes sorpresas preferidas es la de abrir el buzón y encontrar, entre la propaganda y las cartas del banco, algún sobre de puño y letra con una vida contada y escrita dentro.

Un dulce beso.

AnaM.M.N dijo...

Es bien cierto lo que dices,Clarice.Y, sin embargo, fíjate...yo aún conservo esa costumbre de cartearme con personas, amigas de la infancia ,sobre todo, que por visicitudes se encuentran lejos.Y sigue siendo un ritual al que me niego a renunciar...

Un abrazo, firmado y rubricado.

Isabel Barceló Chico dijo...

Cierto, querida amiga, que el teclado de un pc no tiene ni la décima parte de encanto que tiene una pluma, un papel en blanco y esa concentración tan especial para escribir nuestras cartas de antaño. Sin embargo, también la costumbre de escribir cartas había decaído mucho. Al menos, yo prácticamente no escribía ninguna y recibía pocas. Fue más tarde, con el e-mail que reestablecí contacto con personas con las que hacía años que no me escribía...
Con todo, yo tampoco deseo que desaparezcan las oficinas de correos, tan útiles y necesarias para tantas cosas, incluso para hacernos sentir añoranza del pasado. Un abrazo muy fuerte, querida amiga.

Miguel Sanfeliu dijo...

Es cierto que una oficina de correos es un sitio entrañable, en el que se siguen cruzando mensajes de todo tipo. Internet lo ha revolucionado todo, pero yo creo (espero) que las oficinas de correos no desaparecerán. Nunca fui muy prolífico con las cartas, pero cuando espero un paquete especial, sigo manteniendo la misma ansiedad ante la llegada del cartero.
Un abrazo.

BELMAR dijo...






"C'est faux dire: je pense: on devrait dire on me pense."


("Es falso decir: yo pienso; deberíamos decir: alguien me piensa.")

Arthur Rimbaud

Mateo Bellido dijo...

Hola, Graciella.
Hermosa remembranza de tan entrañable servicio. Hoy ya no se escribe una carta de puño y letra por cierta comodidad, pero siempre se seguirá escribiendo con el corazón. Eso a fin de cuentas es lo importante.
Un abrazo

*TAP* dijo...

En el TALLER DE ANIMACION POSTAL trabajamos para que las oficinas de correo no tengan que cerrar nunca.

Quedan tod@s invitad@s

http://tapmail.blogspot.com

¡Felices cartas!

Citlalli dijo...

Hermoso Chela, felicidades....