jueves, diciembre 16, 2010

Las sillas de Adriana

La silla es una memoria calcificada de una vida.
Cristina Rodríguez


Sillas en espera. En silencio. En olvido. En recuerdo. En alegría. En tristeza. En deseo. En herencia. En encuentro. En despedida.

Sillas que son diseñadas y fabricadas en diversos materiales y colores. Sillas que no faltan en ningún sitio. Sillas como compañeras de vida. Sillas con caminos destinados. Sillas como protagonistas que guardan nuestras historias.

Sillas que son fotografiadas.

La mirada de Adriana Campuzano se detiene cada vez que está ante una silla. No duda en ningún momento fotografiarlas. Es tal su fascinación por ellas, que las guarda en la memoria de su lente para después compartirlas. Y decirnos que todas esas sillas vacías, son las escenas que le gustan, sólo por saber si alguien estuvo o estará sentado.

Adriana desde sus cinco años de edad tuvo una cámara en sus manos. Nunca más se ha separado de lo que le ha ofrecido la fotografía: “Libertad para expresar lo que veo / siento / quiero en un cuadrito, capturar un instante, que quede en la memoria (mía y de otras personas)”.

Además de la temática de las sillas, también le gusta fotografiar la luna, los cables de luz y las hojas de los árboles tiradas en el piso. Aún así, en los ojos de Adriana encontramos de todo.

Un placer compartir algunas de sus sillas. Que también ya son nuestras.














10 comentarios:

Ruth Hernández Boscán dijo...

son poemas...

La Silla

Si tengo que mirar un día
la silla como la miro ahora
y tengo que callar a los poetas para decir tan sólo
es negra
(Y una callejuela de árboles suntuosos
se detiene sombra y sopla en los follajes)
si tengo que mirar de día
la silla y estrecharla
y sostenerla
(como a una ola hueca
que se sabe que se abre y que se cierra)
si me voy a sentar
o me voy a parar
alejándome de la silla negra
(la madera es blanca
rechinante apenas por el uso)
si me voy a quedar quieto
balanceándome en la silla fija
(por una vez no confesar
estoy pensando creciendo madurado)
Por una vez decir que estoy contento
en paz con las palabras
que soy como la silla álamo y cultivo
que estoy en tierra
sólidamente agitado y enraizado
como un abeto decir como la silla
en su acabado negro
Ven ya no rechino
(y rechinar de nuevo)
Si me voy a quedar aquí
o en otra parte
y voy a contemplar la silla
digo qué me cuesta callar a los poetas
y decir tan sólo es negra!

Jaime Augusto Shelley

Xabo Martínez dijo...

cada quien elegira su silla, y si bien son objetos, desde cada una de ellas, Uno se posiciona para ocupar un lugar y una visión del universo.

Saludos.

Isabel Barceló Chico dijo...

Muy interesantes estas fotografías. Veo que a Adriana le ocurre con las sillas como a tí con las bicicletas... Un beso enorme.

Miguel Sanfeliu dijo...

Interesantes fotografías. Las sillas vacías tienen algo de espectral, de ausencia.
Un abrazo.

Jorge L. Barrera dijo...

También pueden transmitir algo de quienes las poseen.
Buenas fotos.

Gonzalo Villar Bordones dijo...

me encantan las personas que man a las sillas.

además, Isis (de Isidora) es la diosa de los asientos.

Antonia Romero dijo...

Me dan tristeza estas fotos.

Por cierto, espero que aceptes la invitación de mi blog.

Besos

marichuy dijo...

Pocas cosas más maravillosas que la fotografía, pocas cosas más libres, más únicas que la mirada que cada fotógrafo le imprime a una toma. Congelar el tiempo, hacer que las imágenes, las personas, todo, permanezca.

Y las sillas, como dices tú: tantas formas de verlas.

Poético post, querida.

Un beso

virgi dijo...

Esperar, descansar, soñar, dormir...las sillas nos invitan,tan serenas ellas, mientras nosotros corremos sin rumbo de un sitio a otro.
Bicicletas, sillas...mucho en común.
Creo.

Besitos, una sonrisa.

JOSÉ ROMERO dijo...

Siempre es bueno tener una silla al alcance, tan solo para hacer un breve alto en el camino. Yo tengo una pegada a la puerta del refrigerador. Coincido con Miguel totalmente. Saludos