Pintura: Katsushika Hokusai
El primer día de marzo despertó nublado. Ni aún así, los pájaros no interrumpieron su canto, ganándole a las campanadas de la iglesia. Lentamente salió el sol. Hojas caídas por doquier: regalo para los escritores necesitados de ellas. A lo lejos, un cerdo gimió con una terrible angustia. Seguramente sabía lo que le esperaba. El pueblo, como si fuera un escenario fílmico, vivió su cotidianidad. Allá, el vecino recibió al lechero con su fuerte caballo. Más allá, la vecina abrazó a los árboles y besó a las jacarandas.
La vida dejó de ser virtual cuando se tocaron los ojos que estuvieron guardados del otro lado de la pantalla. Las horas pueden pasar sin reloj. El encuentro no se olvida y marca la historia de un destino. Volverse a mirar o no. No importa. Los rostros sonrieron ante el afecto de tantas letras correspondidas.
Viajar y mirar el exceso. Caminar sobre la gran ciudad y contemplar cuerpos andantes sin rumbo. Otros, agobiados por un semáforo. Y aquellos, de prisa porque tienen una cita en su cuaderno diario. Como si fuera una vida en rojo o en verde o en azul. De repente, todos podemos ser presuntos culpables y ser los protagonistas de una película real por la sangre derramada injustamente en este país.
La mujer de mi vida puede mirar. ¿Cómo olvidar su rostro después de que abrió sus ojos que son como un grano de café? Su mirada brilla como una luciérnaga.
Escuchar Aguas de marzo con Elis Regina y pensar que si no volviera a escuchar música, no pasaría nada. Es suficiente con el canto de los pájaros, de la lluvia, del viento o del silencio.
Japón sigue en mi boca. No hay distancia para los amigos que se quieren. Aprender de ellos mientras narran los sucesos de la tierra que habitan. En tiempos difíciles, los cerezos en flor son una alegría a la mirada y al corazón.
Los 23 pájaros volaron de su aula para descubrir que el arte sí se puede palpar. Quieren que sea el alpiste de cada uno de sus días. Una primera vez en todo. Sus rostros se sorprenden ante la belleza y el dolor que provoca el arte y, en su libro de texto, descubren “La gran ola de Kanagawa”.
Los ojos de Elizabeth Taylor se fueron a alumbrar otro cielo. Ella es el recuerdo de la infancia cuando una madre la admiraba y porta el mismo nombre.
El cuerpo lloró ante una fuerte caída. El dolor fluyó entre palabras muertas para no volver. Se escurrieron entre un río de lágrimas. Ella no volverá a ser la misma. El piso le recordó que a veces es necesario caer para renacer. Sus dedos fueron un lápiz sin punta hasta que llegaron unas manos a darle vida a un cuerpo muerto.
Mujeres que charlan en un salón de belleza sin inhibir su vanidad, mientras otras, no gozan de una cabellera sólo por el detalle de tener un cáncer que las abate. Mujeres que practican la meditación en el movimiento de sus cuerpos entre un bosque de bambú, mientras otras, sus cuerpos gritan en las camas de los hospitales.
Las paredes de una casa son golpeadas por albañiles. No saben que en cada golpe, derrumban palabras guardadas. Y ellas se levantan como un viento adolorido. Corren en todas las direcciones hasta llegar al lugar adecuado. Entonces, producen sosiego mientras los grillos cantan y un perro duerme en su vejez.
Siempre habrá tiempo para el cine y para los libros y para los amigos y para la soledad. Es parte del camino para salvarse.
Marzo trajo la primavera. Yo declaré: Primavera no serás. Te nombraré Esperanza
El último día de marzo terminó nublado como su inicio. El espectáculo de la naturaleza fue: Una sábana de niebla colgada en primavera.
Bienvenido Abril.
14 comentarios:
Estupendo.
Y me lo imagino en un diario, en la última página, como recuento personal de un mes, como saludo al que llega. Ah, en un diario (me refiero a un periódico) estaría aún más estupendo, y el diario ganaría muchísimo.
Graciela gracias por tus entradas. Te continuo leyendo siempre con admiración querida amiga.
Pero si bienvenido abril, aunque ya Elliot decía que - abril es el mes más cruel, hace brotar lilas del interior de la tierra muerta-, el deseo siempre sobrevive.
Saludos.
Abril me parece un nombre hermoso, hermosísimo...si yo fuera un mes sería Abril...un abril con alma de Septiembre a ratos...
Una delicia de texto, querida...
Me pregunto ¿te acordaras de mi aun? Si la respuesta es si, me has dado un alegron, si no tienes la menor idea quien soy, te cuento que cambie de blog y volvi despues de una ausencia un tanto larga. Eso si, Marzo de 2011 ha sido el peor mes de mi vida, te aseguro. No ha faltado ningun ingrediente para que fuera de esos que no quieres ver ni repetir jamas en tu vida.
Fuera de eso, todo sigue mas o menos como estaba. ¿como nada Moovie? Dale un gran beso de mi parte. Alyx
El texto hermoso,más aún, hondo, como lo que se espera de vos.
Iba a decir que para mí abril es un mes maravilloso, pero se me vinieron al humo, las oposiciones que citás, que son las de la vida: el sentido profundo y la superficialidad, la agonía y el gozo, el músculo despierto y el embotado.
En fin, todos los meses son buenos y todos malos, dependiendo de quien los transite.
La cosa está en recibirlos con esperanza.
Un abrazo
Que hermoso, Graciela. Tantas vidas, con sus detalles, tanta vida a pesar de todo...
Desde mi otoño, hasta tu primavera. Pero siempre en Abril. Un beso.
Bienvenido abril, bienvenida siempre tú.
Manuel.
Preciosa bienvenida al mes de abril, el de mi nacimiento. Besos, querida amiga.
Qué bello recorrido con lupa, Graciela, del mes de marzo... se perciben, como ya dijeron antes, esos momentos ínfimos que tejen el diario acontecer durante el mes. Y bello también, que se llame esperanza... besos.
Una preciosa preciosidad.
Te aplaudo.
Y te abrazo.
Marzo ha sido un mes terrible...
Y lo peor es que lo sigue siendo...
Un abrazo, amiga
te abrazo:::
Magnífico. Muy buen texto. Enhorabuena.
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