miércoles, septiembre 11, 2013

Las máquinas de escribir

Imágenes de Juan Bautista Morán

Después de ver que la máquina de escribir es la protagonista en la película francesa Populaire, me trajo la memoria del pasado con mi primera máquina de escribir y de recordar cómo se fueron transformando hasta quedar casi en el olvido. También recordé la poética de la imagen de Juan Bautista Morán.

Entonces sintetizo y escribo:

Me cuento la vida escribiendo sin máquina de escribir:

1) Yo quería ser secretaria.
2) Tomé un curso de mecanografía y taquigrafía financiado por mi capitán y fui muy torpe y lenta aprendiz.
3) Sigo amando las máquinas de escribir y recordando los gratos momentos que viví con ellas. También me hicieron llorar.
4) ¡Tantas historias de las secretarias y escritores con sus máquinas de escribir!
 
5) Ni el cine ni la música ni los poetas se olvidan de las máquinas de escribir. 
6) Quiero una máquina de escribir y tenerla como un valioso objeto decorativo en mi casa.

¡Manos arriba del teclado!


 




Comparto dos videos con la obra La máquina de escribir (1950) de Leroy Anderson. Uno interpretado por Jerry Lewis y el otro por el solista Alfredo Anaya.








7 comentarios:

virgi dijo...

Mi padre nos ponía un rato obligatorio cada día a escribir con su máquina. Nosotros protestábamos, imagínate! hace casi cincuenta años. Luego me dí cuenta lo bien que me vino.
Esa pieza musical es una delicia, muchos besos, muchos.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Todavía guardo en su maletín compañero de color azul, mi Hispano Olivetti en la que aprenda a escribir, ¡madre que lenta era ella y yo!!, jajaja.
Me encanta el vídeo de Alfredo Anaya, lo he visto varias veces y no me canso, es magnífico.
Besicos muchos.

Isabel Barceló Chico dijo...

Deliciosas imágenes de las máquinas de escribir. También yo aprendí con ellas, con las copias de carbón y papel cebolla, con aquel ruido rítmico y la fuerza que teníamos que hacer para estampar la letra en el papel, de los dedos sucios al cambir la cinta... Sí, son muchos los recuerdos que despiertan estas máquinas. Y muy largo el camino recorrido. Un abrazo muy fuerte, querida amiga.

Tesa Medina dijo...

Hasta mi última mudanza, la Olivetti donde escribí mis primeras historias me acompañó, pero tuve que separarme de ella, cada vez dispongo de menos sitio para los recuerdos. Y mis casas se encogen.

No quería ser secretaria, sino espadachín o indio del Canadá, pero siempre amé el sonido y las historias de máquinas de escribir.

Aprendí a escribir a máquina en un cartón con las letras dibujadas en su posición, y hasta que no me las supe de memoria no me dejaron acceder a la preciosa máquina de verdad.

Me encantan los fotomontajes de Bautista, he visitado su página y es una pasada.

Voy a reevisitar los vídeos, el de Jerry Lewis, lo ví hace muy pocos días.

Un beso, Gabriela

Miguel Sanfeliu dijo...

Yo tuve mucho tiempo una máquina Triumph con una tapa metálica. Pesaba muchísimo. La vendí para comprarme una eléctrica y me he arrepentido muchas veces. No sé dónde la habría metido, pero me gustaría haberla conservado.
Un abrazo.

marichuy dijo...

Las mudanzas, más bien las prisas con las que una termina empacando, son malas consejeras: en mi última mudanza me desprendí de mi máquina de escribir y de la máquina de coser (Liberty, de acero, antigua pero en perfectas condiciones) de mi abuela. Desde entonces, no hay día que no me arrepienta de ello: ambas máquinas tenían mucho valor sentimental para mí, pero eran pesadas y bromosas, y ganó el «sentido práctico».

Bonitas imágenes.

Juan Herrezuelo dijo...

Yo la máquina de escribir la utilizaba para pasar a limpio mis textos, que había escrito y pulido a mano. Llegó el ordenador y ya escribo directamente en el teclado, y ahora el estilo tiene un no sé qué cibernético que detesto.