Hace nueve años estaba
leyendo unos poemas de Octavio Paz y, cuando leí su declaración, No veo con los ojos: las palabras son mis
ojos, quedé en un estado de mucho silencio. Como queriendo digerir lentamente
sus palabras. Y me provocaron tanto, que la voz del poeta era un eco constante mientras
caminaba y miraba. Fue cuando decidí que
así nombraría a mi blog. En esos días estaba por abrirlo y quería saber cómo
era contarme la vida a través de mi alfabeto. Al título quise añadirle otra de
sus líneas del poema Hermandad: También
soy escritura y en este mismo instante alguien me deletrea. Las palabras de
Octavio Paz se transformaron en un símbolo en mi vida. Me sentía identificada.
Entre tantos escritores y mi devoción por Clarice Lispector, deseaba que este
blog llevara el título de un poeta mexicano. Y, a la fecha, no me arrepiento.
Sé que me falta leer más de su obra, pero cuando leo su prosa, siempre pienso
que es la primera vez y me agrada ese sentir. Nunca me imaginé que a la vuelta
de los años conocería al poeta Aurelio Asiain, quien fue muy cercano a Octavio
Paz. El destino me tenía marcado que tendría ese privilegio sin buscarlo y
esperarlo. Dos veces he compartido el pan con él y Monserrat, su compañera de
vida. Las dos experiencias con ellos han sido gratificantes e inolvidables. No me
atreví preguntarle a Aurelio por el poeta. Quizá por mi timidez o simplemente porque
hablamos de otras cosas, pero me he conformado con lo que le he escuchado en
otros medios. Y eso no importa; importa el destino que junta a las personas
para tocarlas y seguir viviendo con el recuerdo. Y no olvidar que tocar un
árbol, es sentir que en cada una de sus hojas hay Paz.
lunes, marzo 31, 2014
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4 comentarios:
¡Qué bonito es todo lo que escribes y hoy, no podía ser menos!!
¿Sabes?, mi blog también tiene nombre del título de un libro del poeta Luís Rosales y la parte final:
Al día siguiente,
-hoy-
al llegar a mi casa -Altamirano, 34- era de noche,
y quién te cuida, ¿dime?; no llovía;
el cielo estaba limpio;
-«Buenas noches, don Luis» -dice el sereno,
y al mirar hacia arriba,
vi iluminadas, obradoras, radiantes, estelares,
las ventanas,
-sí, todas las ventanas-;
Gracias, Señor, la casa está encendida.
LUÍS ROSALES.
Bonito recuerdo el tuyo Graciela, me ha encantado.
Besicos muchos.
Tienes unas maneras de contar esas alas que te reposan en la cabeza. Me enamoras.
Las letras, esas caprichosas.
Una hermosura que no me atrevo ni a comentar.
Un beso enorme.
Un abrazo, amiga...
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