Hace años, conversando
entre familia, salió el tema de la muerte y de los funerales. Empezamos a decir
cómo deseábamos que fuera nuestro funeral. Yo, en ese entonces, quizá
influenciada por el cine, pensé en el mío. Qué tontería, me digo ahora. Uno
desea, pero muerta no veré ese deseo cumplido, continúo diciéndome. Dije que
deseaba que pusieran el disco Élégie
interpretado por Sergei Nakariakov. Uno de mis instrumentos favoritos es la
trompeta y tiene su historia. También dije que no quería lágrimas y otra serie
de peticiones que no viene al caso comentar en este momento. El punto es que mi
cuñada dijo que ella, si moría antes que nosotros, quería que pusieran la
canción El milagro del español Marcos
Vidal. Yo no sabía quién era y, posteriormente, lo busqué en youtube y escuché
la canción. Y ahí quedó todo. La vuelta de los años nos cambió la mirada y los
pensamientos. Recientemente, mi cuñada sufrió por un cáncer y, obviamente, la
familia también. En un proceso difícil y triste, uno tiene que seguir luchando
por la vida. Yo recordé aquella
petición, no la mencioné y no estaba dispuesta a cumplirla. Ella tenía que
vencer la enfermedad, me dije.
He sido testigo del
proceso de esta enfermedad, pues desgraciadamente me tocó con mi otra cuñada
que ya está sana. Más no con mi hermana mayor, mi tío/padre y otros amigos que
ya partieron, y por supuesto, tanta gente que tiene sus propios procesos para
ser vencedores ante esta prueba o pesadilla.
Hace poco me enteré que
Marcos Vidal daría un concierto en la ciudad. Pensé que si he asistido a
muchísimos conciertos y mi espíritu se ha alegrado, ¿por qué no asistir a un
concierto espiritual? Sí, dije, iré porque mi cuñada estará feliz de escuchar
una de sus canciones favoritas y yo quiero vivir esa experiencia en vida y no
en muerte. Asistí y me enteré por un querido amigo que el cantante es escritor y
tiene una larga trayectoria. Decidió dejar su carrera como pianista para
dedicarse a servir a Dios después de que fue sanado de cáncer. Dos horas de
concierto con un mensaje claro y profundo. Y conmovedor cuando interpretó El milagro. Al escuchar la canción,
pensé en lo que han provocado mis clases de filosofía: creer en Dios.
No vi a mi cuñada pero
imaginé su rostro. Y mi boca pronunció: el milagro.
1 comentario:
Momentos trascendentes cuya semilla florecerá con el paso del tiempo.
Besos
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