Fotos: Graciela Barrera
San Pablo declaró que teníamos que concentrarnos en la
belleza. Y fue lo que hice: detenerme ante las manos de Gustavo Pérez.
¿Cómo describir el barro transformado en vida? Se llega a
cierta edad en que las palabras escritas no son suficientes cuando el corazón
late apresuradamente al contemplar tanta belleza.
El reloj no existe ante cada pieza de cerámica porque cada
una cuenta una historia y, el tiempo y la memoria, cubre la esperanza de que el
arte es salvación para los cautivos.
Es necesario alimentarse de las manos de Gustavo Pérez y
comprobar que vale la pena vivir.
Autorretrato se encuentra en el Museo de Antropología de
Xalapa, hasta febrero próximo.
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