miércoles, mayo 06, 2020

Las óperas perdidas de Francesca Scotto

Foto de Graciela Barrera


Querida Elena:

Siempre he creído que obsequiar un libro es un acto de amor. Entonces, ¿cómo designo cuando alguien que no me conoce, decide enviarme su reciente libro? Soy una afortunada.

Hace muchos años, conocí tu nombre por Miguel Sanfeliu. Era la época del blog y de conocer a tantos escritores, pero yo era tímida y nunca conversé contigo. Después, llegó Facebook y me dio la oportunidad de acercarme a tu mundo.

Me impresiona tu trayectoria literaria. Me encanta tu sentido del humor, tus ocurrencias, tu gusto por la vida: lo cotidiano lo engrandeces. Es hermoso saber que no solo eres escritora, sino que también has estudiado música y tocas el oboe.

Tu regalo tiene su historia: fue enviado desde Valecia, España, el día 25 de julio y llegó a casa, el 3 de octubre de 2019. Casi tres meses para recibir al cartero con emoción. Me gusta creer que el libro viajó en barco.

Decidí que tu libro sería el primero de 2020. ¿Cómo te explico que perdí la concentración para leer? Algo sucedió y me preocupé de haber perdido el hábito de la lectura. Y, después, llegó la pandemia. Y menos pude. Creo que podrás comprenderme porque tu país y tú, han pasado por esto. De repente, me agobié por no avanzar con mis libros pendientes. Pero, mis lecturas se centraron en el aspecto teológico y sobre el Covid-19.

En mi confinamiento, tu libro permaneció en mi comedor, muy a la vista. Hasta que llegó el momento deseado: recuperar la lectura acostumbrada. Así que he leído Las óperas perdidas de Francesca Scotto.

Has provocado que volviera a la memoria desde mi infancia hasta la actualidad, de cómo es estar entre el ambiente musical o entre telones o como espectadora. Has provocado que recordara cómo fue mi primer encuentro con la ópera. Has provocado que en una tarde de lluvia, me dedicara a escuchar la música que sugieres. Has provocado que me detuviera a subrayar los diversos pensamientos de los personajes. Has provocado que la intriga de la historia se acrecentara y no parar hasta conocer el final. Has provocado el deseo de investigar sobre Francesca Cassini y no olvidarla.  Has provocado que ahora escuche más el oboe, solo para recordar que al otro lado del océano, alguien escribe para contarnos historias.

Muchas gracias, Elena Casero Viana.
Te abrazo.
Eva Graciela.




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