La memoria guarda y aguarda. Las memorias están escritas por los que quieren recordar. Quizá haya recuerdos que se desvanecen, pero al menos, en este año que está por finalizar, para muchos les ha llegado el tiempo de reflexión y evaluación en sus vidas, y llegan esos buenos o malos momentos que tuvieron a lo largo del año.
Sin embargo, en este año, creo que nadie se escapó del dolor por alguna enfermedad, el sufrimiento por la pérdida de un ser querido, la desesperación monetaria o celebraron un nuevo amor, un amigo, un viaje, un ascenso laboral, una adquisición material, o un logro personal.
Se va otro año y pienso: ¡Estoy viva! y me llegan los recuerdos impregnados por cada año vivido y pregunto: ¿Qué es la vida? ¿Se puede comparar como un tablero de ajedrez, en donde no siempre se gana, se pierde con dignidad y se recupera sabiendo que ese tablero nos enseña que cada error sale caro?
La vida: ¿Empieza con el nacimiento o cuando sabemos que vamos a morir? ¿Termina con un año? ¿Qué recuerdos tendremos al otro día? ¿El olvido se quedará en un poema, en una botella de mar, en los ojos de un gato, en una tasa de café? ¿Recordaremos la delicia del frío otoñal? ¿La luna seguirá ahí como compañera fiel en la soledad, en el desamor, en la lectura, en el paseo, en las veladas románticas? ¿Nos frustraremos porque no caminamos abrigados, pisando hojas secas con aquellos que amamos? ¿Nuestras ventanas seguirán abiertas para la esperanza? ¿Existirán siempre las treguas? ¿Cambiará nuestro país? ¿Será un año de mucha lectura? ¿Terminaremos algún día de contar las estrellas? ¿Lloraremos al sentir la caricia del sol? ¿Dejaremos de ser insensibles ante el prójimo? ¿Comprenderemos mejor a los niños? ¿Ayudaremos a los ancianos? ¿Entenderemos porque guardan silencio las personas que amamos o por qué no se despidieron? ¿Daremos la bienvenida a nuevos amigos? ¿Nos amaremos sin horarios? ¿Sabremos perdonar? ¿Dejaremos de perder el tiempo y de enojarnos por nimiedades? ¿Nos quejaremos por lo que sí podemos hacer? ¿Cuidaremos nuestra salud? ¿Llegará la cura para las enfermedades incurables? ¿Sanaremos nuestras heridas? ¿Las cicatrices nos recordarán que tuvimos alguna vez un mal día? ¿Seguiremos con un corazón cansado? ¿Dejaremos el orgullo y nos volveremos mansos? ¿Se irá la soberbia y llegará la humildad? ¿La fe persistirá? ¿Ganará el amor? ¿Voltearemos hacia arriba para ver a Dios? ¿Caminaremos este año con un nuevo corazón? ¿Lograremos la inteligencia emocional? ¿Preferiremos lo bueno de hoy que lo perfecto de mañana?
¿Qué es la vida? David lo ha escrito en el Salmo 90.
Por supuesto que faltan muchas preguntas y quizá pocas tengan respuestas, pero querer saber y querer pensar es equivalente a estar verdaderamente vivo. Mientras lleguen las respuestas, yo me he propuesto tener instantes cada día, para el resto de mi breve vida. Y recordaré aquellas palabras de José Emilio Pacheco: “Si vuelvo alguna vez por el camino andado, no quiero hallar ruinas ni nostalgia. Lo mejor es creer que pasó como debía; y al final me queda una sola certeza, haber vivido”.
Sin embargo, en este año, creo que nadie se escapó del dolor por alguna enfermedad, el sufrimiento por la pérdida de un ser querido, la desesperación monetaria o celebraron un nuevo amor, un amigo, un viaje, un ascenso laboral, una adquisición material, o un logro personal.
Se va otro año y pienso: ¡Estoy viva! y me llegan los recuerdos impregnados por cada año vivido y pregunto: ¿Qué es la vida? ¿Se puede comparar como un tablero de ajedrez, en donde no siempre se gana, se pierde con dignidad y se recupera sabiendo que ese tablero nos enseña que cada error sale caro?
La vida: ¿Empieza con el nacimiento o cuando sabemos que vamos a morir? ¿Termina con un año? ¿Qué recuerdos tendremos al otro día? ¿El olvido se quedará en un poema, en una botella de mar, en los ojos de un gato, en una tasa de café? ¿Recordaremos la delicia del frío otoñal? ¿La luna seguirá ahí como compañera fiel en la soledad, en el desamor, en la lectura, en el paseo, en las veladas románticas? ¿Nos frustraremos porque no caminamos abrigados, pisando hojas secas con aquellos que amamos? ¿Nuestras ventanas seguirán abiertas para la esperanza? ¿Existirán siempre las treguas? ¿Cambiará nuestro país? ¿Será un año de mucha lectura? ¿Terminaremos algún día de contar las estrellas? ¿Lloraremos al sentir la caricia del sol? ¿Dejaremos de ser insensibles ante el prójimo? ¿Comprenderemos mejor a los niños? ¿Ayudaremos a los ancianos? ¿Entenderemos porque guardan silencio las personas que amamos o por qué no se despidieron? ¿Daremos la bienvenida a nuevos amigos? ¿Nos amaremos sin horarios? ¿Sabremos perdonar? ¿Dejaremos de perder el tiempo y de enojarnos por nimiedades? ¿Nos quejaremos por lo que sí podemos hacer? ¿Cuidaremos nuestra salud? ¿Llegará la cura para las enfermedades incurables? ¿Sanaremos nuestras heridas? ¿Las cicatrices nos recordarán que tuvimos alguna vez un mal día? ¿Seguiremos con un corazón cansado? ¿Dejaremos el orgullo y nos volveremos mansos? ¿Se irá la soberbia y llegará la humildad? ¿La fe persistirá? ¿Ganará el amor? ¿Voltearemos hacia arriba para ver a Dios? ¿Caminaremos este año con un nuevo corazón? ¿Lograremos la inteligencia emocional? ¿Preferiremos lo bueno de hoy que lo perfecto de mañana?
¿Qué es la vida? David lo ha escrito en el Salmo 90.
Por supuesto que faltan muchas preguntas y quizá pocas tengan respuestas, pero querer saber y querer pensar es equivalente a estar verdaderamente vivo. Mientras lleguen las respuestas, yo me he propuesto tener instantes cada día, para el resto de mi breve vida. Y recordaré aquellas palabras de José Emilio Pacheco: “Si vuelvo alguna vez por el camino andado, no quiero hallar ruinas ni nostalgia. Lo mejor es creer que pasó como debía; y al final me queda una sola certeza, haber vivido”.
2 comentarios:
La vida: ¿Empieza con el nacimiento o cuando sabemos que vamos a morir .... buena pregunta !
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