sábado, febrero 18, 2006

Ennio Morricone...

Cuando el cine dejó de ser mudo, nosotros dejamos de ver en la pantalla los sonidos del silencio para escuchar y disfrutarlos en vivo. Las imágenes se convirtieron en notas musicales y dio como resultado que la música sea parte importante dentro del lenguaje del cine, ya que tiene el mismo nivel que el guión, fotografía, montaje entre otros elementos que lleva una película. Ahora cada película tiene su música específica de acuerdo con la temática. El compositor musical tiene la tarea de acoplar su música con las imágenes para crear atmósferas en que el espectador podamos sentir lo que vemos. Las secuencias sean con orquestaciones o con ritmos diferentes y el mismo silencio es la clave para la combinación de lograr el efecto en el espectador.

Guillermo Cabrera Infante escribió que “Ningún arte ha estado tan indisolublemente ligado a otro como el cine a la música y que el cine necesita tanto de la música como de las imágenes en movimiento”.

Escuchamos los préstamos musicales de Tchaikovsky, Wagner, Chopin hasta los actuales compositores desconocidos que se convirtieron ya en celebridades por su aportación musical y que han resultado premiados dentro de la industria cinematográfica. Me gusta el trabajo musical de muchos, entre ellos: John Williams, Michael Nyman, Lalo Schifrin, Zbigniew Preisner, Nino Rota, sin embargo, es muy especial para mí la música del italiano Ennio Morricone, nacido en Roma en 1928 y que figura con una interminable lista de filmes y discografía musical.

La biografía de Morricone es muy extensa, de niño estudió trompeta ampliando su formación musical. A principios de los años ‘50 empezó a trabajar en la radio y en arreglos de músicas de películas de otros compositores, hasta que en los años ‘60 se le asignaron sus propios filmes. Su carrera ascendió cuando conoció a Sergio Leone, juntos hicieron diversos westerns. Melódicamente rompieron con la tradición musical norteamericana de imponer los criterios territoriales a las bandas sonoras. Morricone, aportó un nuevo concepto mediante la incorporación de instrumentos rudimentarios, gritos, golpes de yunque, silbidos, etc. Este revolucionario avance no fue del todo comprendido en su momento y Morricone tuvo que soportar duras críticas, a la vez de que veía cómo sus bandas sonoras se vendían a miles. Pero no le importó, directores como Bernardo Bertolucci, Gillo Pontecorvo, Pier Paolo Pasolini o Liliana Cavani, entre otros muchos, contaron siempre con él y aceptaron incorporar en sus películas el particular lenguaje musical del creador. También ha trabajado en filmes extranjeros, con grandes directores haciendo mancuernas que le han dado a la cinematografía mundial grandes momentos visuales y musicales. Ha incursionado en una variedad inimaginable de géneros, dándoles a cada uno su toque distintivo: partituras musicales llenas de magia y sentimientos siendo una leyenda en la composición cinematográfica.

El trabajo de Ennio Morricone se le ha reconocido en numerosas ocasiones con muchos y variados galardones, sin embargo, a pesar de que ha sido nominado varias veces para el Oscar, nunca lo ha obtenido.

En mi memoria musical no olvido aquel sonido tarareable de "El Bueno, el Malo y el Feo". Recuerdo la hermosa y nostálgica "Érase una vez en América". De “La misión" se lee que “es sin duda una de las más gloriosas músicas que jamás se han escrito para el cine. Con una inteligencia y una intuición sorprendente Morricone une los sonidos tradicionales de las tribus guaraníes con los cantos sacros europeos en un ejercicio tan arriesgado como deslumbrante”. “Por un puñado de dólares" es agradable escuchar el sonido de la trompeta. Viví intensamente “La leyenda de 1900”. Las lágrimas aparecieron al escuchar y ver “Cinema Paradiso”. Qué decir de “Sostiene Pereira”. Mantuve el suspenso en “Kill Bill”. Los jóvenes se deleitaron con el caminar de “Malena” y los mayores se perturbaron con “Lolita”

El corazón tiembla y produce descifrar hasta donde puede llegar, cuando la música nos toca, nos acaricia y penetra las cuerdas sensibles de nuestra alma. Vale la pena tener un disco de Ennio Morricone y escucharlo en cualquier ambiente en que nos encontremos.

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