lunes, marzo 20, 2006

El Café de Tacuba...


Caminar lentamente por el centro histórico de la ciudad de México es sensacional. Aquí se encuentra la mayor riqueza cultural. Contemplar la bella arquitectura colonial en cada uno de sus edificios, tocar las paredes, sentir el pasado, guardar imágenes, observar tanto turismo colgando sus sonrisas de asombro por conocer tanta belleza que tiene nuestro país. Rozarse entre tanta gente que va y viene, cruzan ojos empedernidos de cómo resolver tantas interrogantes que acarrea cada uno en la vida, voltear a ver el cielo tan azul y de nuevo volver la mirada a la calle Tacuba, calle en donde se encuentran concentrados los Palacios y los Templos: el Palacio Postal, el Palacio de Minería, el Palacio de Mármol, la Plaza Manuel Tolsá, el Palacio de Comunicaciones, el Templo del Convento, el Palacio de Mármol, el Templo del Convento de Santa Clara.

Repentinamente, el tiempo avanza tan rápido en esa ciudad, que llega el apetito. Se escucha el organillo, ese pequeño instrumento musical que produce sonidos discordantes y logra abstraerme en los recuerdos de mi infancia cuando los veía en la Alameda, siento la nostalgia de que están desapareciendo, y exactamente, el cilindrero está tocando frente a la puerta donde me paro y descanso para comer una autentica comida mexicana.


Frente a la gran Biblioteca del Congreso de la Unión, se encuentra “El Café de Tacuba”. Entrar a este sitio, es solicitar la historia. Fundado en 1912, es una casona del siglo XVII, bellísima y bien conservada. Recorro el lugar, admirando los muros, las pinturas adornadas, el alto techo, una riqueza de decoración. Ahí alguna vez estuvo parado Anthony Queen caracterizando al Sr. Santos Hernández, en la película “Los hijos de Sánchez”, basada en la obra de Oscar Lewis.

Este restaurante, ha sido testigo de toda una historia de diversas personalidades y nacionalidades de todos los ámbitos, que han degustado de sus platillos desde su panadería tradicional, el chocolate, los tamales como los famosísimos tacos y quesadillas entre otras delicias. Los manteles han celebrado todo tipo de eventos y guardado los secretos de las charlas, como también aquel mantel manchado un 25 de junio de 1936 cuando fue asesinado el político mexicano Manlio Fabio Altamirano. Y como es un lugar cargado de tradición, en donde las paredes podrían hablar alguna vez, dicen que ahí vive el fantasma de la monja y entre tanta historia contada acerca de ella, seguramente ella habita en la cocina y es por eso de tan peculiar sabor en los platillos, de vez en cuando, la podemos ver por las escaleras. Mi madre y yo sonreímos y nos disponemos a comer, pero mientras siguen las letras escribiendo en la imaginación, pido un café lechero para recordar el que produce mi tierra.

Sin olvidar mencionar, que cuando usted vaya a disfrutar de “El Café de Tacuba”, en la cordial bienvenida que recibirá, se encontrará con nuestro periódico Milenio. Le sugiero que lo lleve a su mesa y éste le acompañe en el café.

10 comentarios:

Pequeñin dijo...

Wow! Tremendo post. A ratos me senti paseando Por Ciudad de México y tomandome un café en ese histórico "El Café de Tacuba"

Wenuan Escalona dijo...

Buen relato, bonita descripción. Mexico es un país con una fuerte identidad y un gran sentido de la raices, y defensor de su patrimonio cultural, esa riqueza es lo que le permite mirar el futuro sin perder de vista quienes son, quienes componen esa patria...sobre todo en momentos en que la modernidad y la globalización de la política y la economía, parecen querer estar por sobre todo y todos, incluso por sobre la problemática cultural y étnica, por suerte esto no es así, y méxico, con todas sus contradicciones, es un verdadero mosaico cultural, dónde conviven lo antiguo, lo histórico, con lo moderno...felicitaciones...te estaré leyendo.

Las flores del desierto dijo...

hola chiquilla, me encantó tu blog, escribes muy bien. Saludos desde el frío y gris Santiago de Chile

Natho47 dijo...

Cafè Tacuba ,estarà en mi agenda cuando visite Mexico.
Saludos.

Héctor Jorquera dijo...

gracias por tu lindo post, un mismo cielo y tantas callecitas...

Pilar dijo...

Maravilloso México, mi papá estuvo allí hace un par de años, trajo fotos bellisimas, artesanía y recuerdos lindos de los lugares que conoció.
Es increible lo que viven el color y el orgullo de sus atepasados. Tierras llenas de misterios y encanto por la gente y su simpatía.
Saludos otoñales desde Chile Clarice, hasta pronto!

Loredana Braghetto dijo...

bueno tu blog.
salu2.

Anónimo dijo...

Se acumulan las ganas de andar y absorver la magia y lo imponente, lo asombroso y lo viejo del D.F. Me imaginé ya en el café de Tacuba. Algún día...Algún día.

mixtu dijo...

Amigam viajei através de tus palabras, muy bonito la ciudad,
besitos europeus

Anónimo dijo...
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