martes, abril 04, 2006

Eduardo Gamboa...


Recuerdo la primera vez que vi a Eduardo Gamboa, llegó en un atardecer, el punto era la Orduña, en ese entonces se filmaba una película, siendo Coatepec y alrededores, los escenarios invitados. La producción esperaba su arribo. Nunca olvidaré esa imagen de Eduardo: bajó de su auto y pausadamente miré su rostro que impregnaba ternura, su voz emanaba fineza y amabilidad. Estrechamos nuestras manos cuando nos presentaron y me dijo: “¿Dónde está la niña Nikki? He leído el guión y quiero conocerla como al resto del elenco. Y al verlos, la música fluirá de mejor manera”. Nunca perdió su sonrisa y nos dio el anochecer en una conversación llena de estrellas.

Con el transcurrir del tiempo, Eduardo Gamboa sigue existiendo, su escritura musical la he escuchado en sus diversos géneros.
El año antepasado nos reencontramos en el Teatro del Estado, ya que se estrenó su obra Concierto para clarinete y orquesta, con la Orquesta Sinfónica de Jalapa. Nos abrazamos y pude constatar que continua siendo el mismo en su sencillez.

Eduardo respira por la música. Desde su infancia, se dio cuenta de su amor por ella, descubrió su vocación y lentamente encontró la claridad de que la música sería su vida. A los 9 años de edad, inició clases de piano con Carlos Barajas, después ingresó a La Peña de los Folkloristas, y guiado por Héctor Sánchez y José Ávila estudió los diferentes géneros de la música popular de México y Latinoamérica. Durante su infancia y adolescencia formó parte de los grupos Pilcuicatl y La Peña Móvil, con los que actuó en México y Estados Unidos.

Tras una breve temporada en la Escuela Nacional de Arte de La Habana, Cuba (1974), prosiguió su formación musical en México, ingresando al Centro de Investigación y Estudios Musicales (CIEM). A Eduardo le llegó un lapso de abandonar la música, existió la palabra huida y tuvo un paréntesis estudiando Economía en la UNAM y trabajando como redactor de noticias internacionales del periódico unomásuno, pero la música volvió a él, le tocó y llegó para nunca más dejarlo. De 1982 a 1985 tomó clases particulares con los que han sido sus más importantes maestros: la guitarrista Magdalena Gimeno y el compositor Joaquín Gutiérrez Heras y se graduó como guitarrista en el Trinity Collage of Music de Londres.

Cada maestro de Eduardo le dejó huellas imborrables, pero el compositor Joaquín Gutiérrez Heras ha sido parte trascendental en su formación académica dejándole principios y valores en su quehacer artístico, con él aprendió también el ser honesto consigo mismo y con la obra que realiza sin importar lo que opinen los otros o las tendencias o modas que dominen.

Actualmente está entregado a la composición desde 1985. Sus letras musicales están plasmadas y se escuchan desde composiciones para cámara como sinfónica, hasta en teatro, cine, televisión y publicidad.

Con una trayectoria artística valiosa e interminable, su música de concierto se ha escuchado en Estados Unidos, Japón, Canadá, Noruega, Eslovenia, Venezuela, Cuba, Uruguay, Colombia y México. Ha sido interpretada por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (A. Lopezrios), la Sinfónica Nacional (E. Diemecke / J. Medina / Luis S. Saloma), la Sinfónica Sinaloa de las Artes (G. Campbell), la Sinfónica de Xalapa (G. Figueroa), la Sinfónica de Aguascalientes (G. Campbell / G. Romeu), el Cuarteto de Saxofones de México, Sinfonietta Ventus, el Cuarteto de Cuerdas José White, la Camerata Romeu (Cuba), Arturo Sandoval (trompeta, Cuba), Tadeu Coelho (flauta, EU), Álvaro Bitrán (cello), Arturo Nieto-Dorantes (piano), la Camerata Punta del Este (Uruguay), Luis Julio Toro (flauta, Venezuela), Serguei Gorbenko (violín) y Mercedes Gómez (arpa), entre otros.

Diversas instituciones, solistas y grupos le han encargado la composición de obras originales. Entre ellos, el US/Mexico Cultural Fund, la Coordinación de Actividades Musicales de la UNAM, la Sinfonietta Ventus y el Trío Coghlan -ambos grupos con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes-; Horacio Franco y Víctor Flores, el Cuarteto de Saxofones de México, el violinista Luis Samuel Saloma, la flautista Marisa Canales y la cantante de jazz Iraida Noriega.
Si damos un paseo por el cine, tiene 17 películas y seis cortometrajes, ganando el premio Ariel por Zurdo de Carlos Salces y el Mayahuel por Ciudades oscuras de Fernando Sariñana, así como nominado en otras. Menciono algunos títulos: La leyenda del Zorro de Martin Campbell, Manos libres de José Buil, Conejo en la luna de Jorge Ramírez Suárez, Las caras de la luna y Sucesos distantes de Guita Schyfter, En el país de no pasa nada de María del Carmen de Lara y El cometa de Maryse Sistach. Cada director de cine ha valorado su trabajo y le ha dado total libertad para componer, sin embargo, se ha sentido consentido por Carlos García Agraz, Gabriel Beristaín y Carlos Salces.

En la música de teatro, figuran las obras Lascuráin, el presidente fugaz escrita y dirigida por Flavio González Mello y dos obras dirigidas por Antonio Castro: Las obras completas de William Shakespeare (abreviadas) y 1822, el año que fuimos Imperio.

¿Se acuerdan de las telenovelas El amor de mi vida, Demasiado corazón y Nada personal? La música de fondo lleva su sello como diversos comerciales.

También ha sido director y productor musical de varias grabaciones, entre ellos, el disco ¡Rompe!, con música de cámara contemporánea mexicana, en donde está incluida su obra Transparencias para flauta, violín, viola y violoncello. Ven Acá, un CD con canciones de Agustín Lara interpretadas por Eugenia León; los dos discos editados por la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes bajo la batuta de Gordon Campbell, el CD Corazón Mexicano, de Eugenia León y Ramón Vargas, acompañados por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y el CD De Bach a los Beatles, de Horacio Franco y Víctor Flores.

Me maravillé cuando descubrí que las palabras del escritor Alberto Ruy Sánchez brincaron del libro Los jardines secretos de Mogador a la voz de la soprano Irasema Terrazas, me imagino a Eduardo jugando con la flauta, clarinete, piano y contrabajo para que cada letra tuviera Voces de tierra.

Eduardo disfruta plenamente cada nota y sonríe como van dando vida, éstas empiezan a hablar a través de los diversos intérpretes. Y las nuevas notas por nacer, las que siguen, son sus nuevos retos. Notas que nacen por lo general entre eso de las seis y nueve de la mañana, sobre las lindas hojas pautadas, ellas caminan y bailan a la orden del teclado o de las cuerdas de la guitarra o simplemente en el silencio, sin ningún instrumento, solo a la imaginación creativa de su dueño, combinando el oficio y la inspiración para componer.

Él se niega a decir cual es su hija favorita, como todo buen padre de ellas, me cuenta que todas le provocan emoción y verlas crecer en sus ejecuciones, estrenos, grabaciones y demás aventuras, enriquecen su vida profesional y personal generándole demasiadas satisfacciones.

A Eduardo le encanta escuchar el sonido del mar, seguramente al contemplar su inmensidad, llegó el Oleaje envuelto en una flauta y arpa.

¿Y a mí? Pues sus historias musicales me causan el efecto que los sueños imposibles se pueden realizar, y entre la alegría y las añoranzas, mis dedos bailan con cualquiera de sus sonetos. Es como sentir sonidos juguetones y a la vez suspiros. Escucho el clarinete de Abel Pérez Pitón comiéndome unos Tejocotes y preparándome una Caipirinha. Intento dar un Paso doble, visito el Mercado Gardemendia y compro unos Tamales Tatollos, me saboreo un Jarabe poniéndole Siete gotas, confirmando que me enloquecen los Azules, hasta ver esa Paloma de Marsella. La mirada se queda detenida y embelesada con la música de Eduardo Gamboa. Se puede viajar desde los Portales de Veracruz hasta llegar a Italia. Es una mañana primaveral con aroma otoñal, las lágrimas caen de satisfacción porque me trajo muchas Reminiscencias. Y yo le pregunto a Eduardo: ¿A ti también te hace llorar la música? Y él me responde: Sí.

6 comentarios:

இலை Bohemia இலை dijo...

He venido a conocer a Eduardo, a deleitarme con tus letras y a decirte que me yo tambén lloro con la música a veces, cuando de tan bella me llega al alma...

Mil besos

Ana dijo...

Hay notas que hacen temblar, otras transportan a un lugar imaginario -acantilados de prados verdes y mar de fondo- Cuando el aroma del mar se licúa en las mejillas...floto, serena, en paz.

vb dijo...

Qué bueno poder acercarme a México a través de tu blog!! viví allá tres años y lo único que puedo decirte es que México es MARAVILLOSO!!!!!
Un abrazo
vb.

Pilar dijo...

Eduardo también lloraría con este post tan bellamente dedicado, bien escrito, informado y lleno de afecto y admiración sincera y pura.
Un abrazo desde Chile Clarice. Nos vemos.-

Anónimo dijo...

Sin duda extenso pero intenso. Realmente creo que es un buen regalo que alguien te escriba y describa así. ¡Hombre interesante!

Anónimo dijo...
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