Su apariencia es fuerte. Finge que todo va bien. Interiormente grita desesperada. Ya no más. Conduce el auto de forma sonámbula. Está cansada. Los recuerdos la acechan. Sufre con el olor de la ceguera. No sabe qué camino escoger. La enseñaron a resolver problemas, a investigar las rutas, a encontrar la verdad. Está perdida. Odia conducir un coche austero. Sin radio. Sólo piensa entre el caos vial de la ciudad. Añora la música. Tiene sueño. No ha dormido bien sobre ese cojín donde se quedó huyendo de la conversación de él. Semáforos en rojo, ciclistas, gente por doquier. El auto no avanza. El termo del café se le ha regado sobre el pantalón. Está apresurada por llegar a marcar la tarjeta. Empezar el día laboral de nuevo, con la pesadez de saber que siempre es lo mismo. Ese ambiente hostil, pesado y negro. Estar siempre a la defensiva, hasta con su propia sombra. Siente el cuerpo pesado. Ella quisiera regresar a casa y meterse bajo las sábanas y no salir por mucho tiempo de ese refugio que le da el colchón antiguo y duro, con olor a sexo muerto. Le tiemblan las manos. Sigue preocupada. Piensa que puede heredar la artritis materna. Le echa la culpa a la frialdad de su arma. No puede sentirla tibia. Le tiene pánico a las armas. El pánico la atrajo a formar parte de ellas. Las usa a la perfección. Sabe que su arma es temida. Extraña el piano de su infancia. Se pregunta porqué en vez de usar sus bellas manos para tocar el piano, las ocupa para usar las armas. Cuando ella despierta así, le surgen muchos cuestionamientos. Declara que irá a terapia, pero sabe que no lo hará. Ella está para escuchar a todos. No para que la escuchen. El auto avanza lentamente. Es martes. Se le antoja un cigarrillo. Nunca ha fumado. Se ríe repentinamente por ese deseo absurdo de encender un cigarro cuando sus labios nunca lo han probado. Duda. Se pregunta si él se quedó bien en casa. Olvidó revisar el refrigerador por si algo faltaba. Toma su celular y le llama, pero enseguida cuelga. No. No debe de molestarlo. El debe seguir durmiendo con los ojos abiertos.
viernes, octubre 27, 2006
El olor de la ceguera
Su apariencia es fuerte. Finge que todo va bien. Interiormente grita desesperada. Ya no más. Conduce el auto de forma sonámbula. Está cansada. Los recuerdos la acechan. Sufre con el olor de la ceguera. No sabe qué camino escoger. La enseñaron a resolver problemas, a investigar las rutas, a encontrar la verdad. Está perdida. Odia conducir un coche austero. Sin radio. Sólo piensa entre el caos vial de la ciudad. Añora la música. Tiene sueño. No ha dormido bien sobre ese cojín donde se quedó huyendo de la conversación de él. Semáforos en rojo, ciclistas, gente por doquier. El auto no avanza. El termo del café se le ha regado sobre el pantalón. Está apresurada por llegar a marcar la tarjeta. Empezar el día laboral de nuevo, con la pesadez de saber que siempre es lo mismo. Ese ambiente hostil, pesado y negro. Estar siempre a la defensiva, hasta con su propia sombra. Siente el cuerpo pesado. Ella quisiera regresar a casa y meterse bajo las sábanas y no salir por mucho tiempo de ese refugio que le da el colchón antiguo y duro, con olor a sexo muerto. Le tiemblan las manos. Sigue preocupada. Piensa que puede heredar la artritis materna. Le echa la culpa a la frialdad de su arma. No puede sentirla tibia. Le tiene pánico a las armas. El pánico la atrajo a formar parte de ellas. Las usa a la perfección. Sabe que su arma es temida. Extraña el piano de su infancia. Se pregunta porqué en vez de usar sus bellas manos para tocar el piano, las ocupa para usar las armas. Cuando ella despierta así, le surgen muchos cuestionamientos. Declara que irá a terapia, pero sabe que no lo hará. Ella está para escuchar a todos. No para que la escuchen. El auto avanza lentamente. Es martes. Se le antoja un cigarrillo. Nunca ha fumado. Se ríe repentinamente por ese deseo absurdo de encender un cigarro cuando sus labios nunca lo han probado. Duda. Se pregunta si él se quedó bien en casa. Olvidó revisar el refrigerador por si algo faltaba. Toma su celular y le llama, pero enseguida cuelga. No. No debe de molestarlo. El debe seguir durmiendo con los ojos abiertos.
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40 comentarios:
su apariencia es fuerte, ella es frágil y la vida tan dura...quizás un lugar donde caer, descansar un rato le vendría bien, quizás sería sufciente un buen y largo abrazo o un deseo de felicidad (los regalos de los amigos son deseos de felicidad por eso hay que tenerlos cerquita)
vuelan los abrazos!! dentro y fuera de este gran relato...
Wow! Execelente texto. Me agrado demasiado.
A veces todos somos así,no?
Un abrazo y un beso.
Sexo muerto ? Ouch , eso duele !!
Hola Clarice:
Quisiera ser él, para seguir durmiendo. Ya será el fin de semana...
A veces uno decide,prefiere quedarse dónde el dolor es seguro porque se han desarrollado los anticuerpos para sobrevivir. Lo otro, es desconocido, inseguro. El dolor a algunos los arropa, los protege, no de los otros sino de sino de sí mismos.
Hermoso relato, siempre creas bellas imágenes
un abrazo
y
Un texto lleno de sugerencias; para provocar la imaginación y enlazar las almas.
gracias.
Un escrito directo, con muchos detalles reveladores.
Saludos
Clarice querida, confundes para hacer volar nuestra imaginación, y pensar.
Gracias!
Asimetrías que resultan entre el sistema y el alma humana.
Bello,oscuro,intenso texto.
Un abrazo
Nestor
Ummmm ese final tan abierto, me pone a imaginar muchas remates para el cuento.
Muy bueno
Clarice, es evidente, al menos para mí, como vas ganando el oficio con cada texto que nos entregas. Realmente te felicito, se ve en este escrito un trabajo pulcro e inteligente. Realmente lo he disfrutado. Espero que nos sigas entrgando más de tu cosecha personal.
Clarice, eres una artista creando relatos cargados de tensión y posees un dominio de la oración corta increíble. Me encanta leerte, de corazón.
Cuánto estrés, Clarice!! Es impresionante lo frenético que resulta este texto tan bien construido!! Me sentí agobiado por un momento, con ella!!.. La vida que algunos llevamos, de diferentes formas pero con el mismo fondo: el estrés!
p.d. Alberto Cortez era el cantante favorito de mi profesora de Literatura Española cuando tenía 8 o 9 años. Aún la recuerdo..
Un saludo y hasta la próxima..
Sin duda, el texto que más me gusta de los que he leído en tu blog, tan sugerente, tan certero, tan perfectamente enlazado y pensado de la primera a la última línea.
Ella sabe que el circulo se cierra y se abre cada nuevo día.. quisiera ser fragil pero... tal vez no hay tiempo ya...
Me gusta la sensación de desesperanza que siento al leerte...
Un abrazo Clarice
Un texto preciso y eficaz. Eres una gran escritora.
Hoy yo te abrazo.
Me ahogo.
Tocaste con tus palabras, algo muy dormido en mi.
Abrazo fuerte.
Me gusta mucho como escribes Clarice. Mucho.
Besitos
hola Clarice, pues tu texto bastante cansado! jeje, me cansó sentirme ella y con tanta angustia. uf! Y muy buen final.
Círculos que se cierran, otros concéntricos que se engloban unos a otros.
Saludos
Oscuro el fondo y oscuro el texto, a pesar de estar escrito en letras blancas... Es como el asesino inconsciente de su crimen, aún sabiendo que lo ha cometido.
Nuestra vida está llena de contradicciones y tristezas. Has reflejado muy bien la situación en este post, clarice. Día a día te haces más grande con la pluma. O se te abren más los ojos. Besos, querida amiga.
Todas esos acontecimientos estan narrados por quien contempla la realidad tal como es. También la veo así y por relatos como este no me siento solo, ni vacio-me siento pleno y comparto la descripción de esos sucesos o acontecimientos cotidianos de esta vida que nos ha tocado vivir. Bueno esto hay que juntarlo y hacer un libro, ¿no?
Besos!!!!
Vaya la fotografía se me olvidaba
es magnifica, me gusta, tengo una obra digital titulada la sombra y creo que tiene que ver con el misterio de la muerte, el espiritu y la soledad!
Un abrazo!!!!
Inquietante. Y a la vez tan bien redactado. Gracias, Clarice, tienes una sensibilidad exquisita.
Besos agradecidos por haber avanzado entre la lectura de tus letras.
I love your song.Gracias por tus palabras. recuerdos desde Miami
Querida Clarice : En Chile comienza el verano de forma otoñal.... Dias de calor y otros de lluvia ...Yo tambìen debo agradecer tus escritos sobre Jaques y su Je Ne Qui Te Pas ...
Me ha encantado simplemente ....
HOLA
BOHEMIA PURA. SE ME IMAGINA LO QUE ESCRIBISTE, A UNA PERSONA ESCRIBIENDO SUS VIVENCIAS EN UN BAR CON UN CIGARRILLO, Y UNA COPA DE VINO, MIENTRAS LA GENTE PASA INCREDULA CON LO QUE PASA EN EL INTERIOR DE LO QUE PUEDA ESCRIBIR ESTE SER VIVENCIAL.
UN ABARZO Y TE FELICITO POR LA INTENCIDAD Y GRACIAS POR VISITARME.
Muy sugerente este relato, con "olor a sexo muerto", sí, y el humo de la pólvora cegando los ojos abiertos...
Clarice, como siempre, una maravilla de relato. Bella también la fotografía. Un abrazo grande
A veces avanzamos cansados pero quizás de pensar en el camino de regreso, donde nos volveremos a encontrar con todo aquello que pensamos que habíamos dejado atrás, casi en el olvido.
Me gustó mucho Clarice esa mezcla de desgano y querer hacer.
Te mando un beso nuevo
Un tiro certero!...
El olor de la ceguera...que enlazo a la idea del lecho con olor a sexo muerto (dobles y triples significaciones)... El tedio, que en realidad no es el del trabajo...El deseo de llamarlo...la negación por el hombre que yace con los ojos abiertos.
Sensacional.
Un escrito que me deja reflexionando.
Un beso.
bohemiamar.
Excelente post, recreaste en mi mente mas que si lo hubiera visto en persona.
Saludos
Me gustó mucho, Clarice. No sabía que eras una experta en armas. jjajaja.
Muy buen relato. Me gustó mucho la tensión y el ritmo ágil.
Un abrazo,
Ro
me he transportado con tus letras. Me angustie. Sufri. Deje de leer hace un rato y sogo igual.
Gracias por visitarme, el problema de que no escuchas mi música es que a veces se "cuelga" el servidor donde tengo subida las canciones, vuelve a visitarme y en algún momento se escucharán.
Prometo cambiar de servidor.
Un beso.
Amiga, gracias por recordarme que no se puede andar "ciego" por la vida.
Bello texto
Besos
Gracias por el texto y por el honor,que me hiciste.Buena semana amiga
salu2
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