Cirque Du Soleil: Quidam

El Cirque du Soleil llegó al puerto de Veracruz para conquistarnos y ofrecernos la magia, la risa, los sueños, para no perder la capacidad de asombro de todo lo que sus cuerpos hablan a través del silencio, de una historia contada y de esa música hermosa hablada. Con su espectáculo Quidam disfruté y me convertí en una niña. Recordé el circo tradicional que tanto me gustaba asistir. Pero éste circo es otra cosa. Me agrada que no haya animales en escena. Basta con estos actores brillantes entregados a darnos instantes de felicidad. En dos horas, uno olvida lo real para transformarnos en la fantasía que nos brindan de manera espectacular.

Quidam es una palabra francesa que se refiere a un fulano, a un transeúnte anónimo, a una figura solitaria detenida en una esquina, a una persona que pasa a toda prisa, a un ser perdido en la multitud. Cuántos quidams habemos. Cuántos quidams hemos sido. Cuántos quidams nos hemos sentido. Quidam representa un todo, algo que nos toca en esos miedos o imperfecciones que llevamos. Además nos lleva a reflexionar sobre la soledad y la falta de comunicación que hay entre los seres humanos.

La historia que presenta el circo se trata de una niña llamada Zoe que se siente triste, incomprendida y angustiada. Llega un hombre sin cabeza pero con una sombrilla y un sombrero que deja en el suelo. -Este hombre sin cabeza a mí me fascinó-. Ella se pone el sombrero y así inicia su sueño, construye su propia historia llena de emociones; el mundo que ella siempre ha soñado. Un abanico de artistas aparece exhibiendo un bello vestuario, maquillaje, cuerpos talentosos en actos especiales como la rueda alemana, la “banquine”, los juegos de malabares con diábolos, la contorsión aérea sobre seda, cuerdas de saltar, los aros, las estatuas, las cuerdas volantes. Resaltan el payaso y un mimo de lo más encantadores, como otros personajes caracterizados. La música interpretada en vivo me gustó mucho.

Si fuera fotógrafa hubiera enloquecido gratamente. Los ojos no alcanzan para ver tanta belleza por todos lados del escenario. Al igual que Zoe, me puse el sombrero, muy contenta porque por fin tuve la oportunidad de disfrutar de la fantasía alucinante del gran Cirque du Soleil. Obvio, no pude resistirme de comprar una taza alusiva para la colección.