martes, febrero 24, 2009

El dolor


Ningún corazón se libra del dolor. Llega y se impregna en los huesos del alma. Puede quedarse anidando telarañas o irse para siempre. Contemplo la conmovedora fotografía de Marco Antonio Sarto y, con su mirada, mi dolor se hace pequeño. Quizá algún día, llevaré mis manos a mi rostro y recuerde lo que fui. El amor duele. La enfermedad duele. La muerte duele. La vida duele. Aún así, a pesar del dolor, nos obligaremos a tomar fuerza y seguir adelante. Y llegará la alegría. Llegará.


20 comentarios:

Marisa Peña dijo...

Ay amiga, duelen las palabras:las no dichas, las dichas para hacer daño, para herir.Duelen las pérdidas, las derrotas, las claudicaciones...En fin me quedo con tu reflexión final: llegará la alegría. Y yo me sentaré a esperarla. Besos

Camille Stein dijo...

es un eterno combate

... el dolor es también estímulo para la lucha por la alegría

... llegará...


he visitado la web de Marco Antonio Sarto: me han encantado sus fotos, sobre todo las de China


un beso

JORGE SOLANA AGUIRRE dijo...

Saludos!!

El dolor es sentirse vivo y olvidado.

Arcángel Mirón dijo...

Todo duele. Creo que la clave está en separar dolor de sufrimiento: el dolor es dolor; el sufrimiento, dolor acumulado.

Hay que permitirse doler. Sólo así podremos extirpar el dolor.

Alejandra dijo...

La vida duele, pero tambien se ama entregandole lo único que poseemos : el instante, el presente de nosotros.


=) Beso Graciela, conmovedoras y verdaderas palabras aunadas a una impactante fotografía.

Anónimo dijo...

Marco es un excelente fotógrafo y una magnífica persona. A mi juicio, es su manera particular de observar a las personas lo que más destaca de su trabajo: él sabe como nadie devolverles toda la dignidad del mundo, sus retratos muestran seres humanos que, pese a sus evidentes carencias materiales, todavía conservan intacto el orgullo y la alegría de la vida. Es, como me gusta llamarlo, un fotógrafo antropocentrista, aun cuando no siempre se centre en el retrato de personas.

Muchas gracias, Graciela, por tu exquisita sensibilidad. Me alegra que te guste la obra de Marco.

I. Robledo dijo...

Ay, amiga, que miedo me dan tus palabras... porque esta claro que vendra, sin ninguna duda...

Un abrazo, Clarice

இலை Bohemia இலை dijo...

No nos libramos de su presencia y aun asi...el dolor tambien se va...

Hoy te he tenido prendida de mi pensamiento, querida clarice...¿el motivo? porque Caetano me ha acompañado esta tarde...Te paso el link y que lo disfrutes...

http://www.rtve.es/mediateca/audios/20090217/cuando-los-elefantes-caetano-veloso-febrero-2009/413028.shtml

Salvia dijo...

Para mi hablar hoy de mi dolor me parece soberbio, aunque es lo que realmente siento, pero…si miro a los “otros” ya ni me duele. Hay tanto dolor que ni amajanamos. Yo tengo que ser feliz sólo por los otros que no tienen lo que tengo yo.
Mil abrazos

Isabel Mercadé dijo...

Es cierto que nuestro dolor, comparado a veces con el de otros, parece una solemne frivolidad, pero aun así, existe, es, aquí está.
No puedo estar más de acuerdo con las sugerencias de Arcángel Mirón: sólo sintiéndolo, sin resistirse, sintiéndolo cómo es, tal vez feo, tal vez repugnante, provocando el odio y el pataleo, a fondo, a fondo, sin resistirse, es posible que se vaya.
Míralo, lo has acogido, lo has mirado a los ojos, se ha sentido aceptado, y no ha plantado más batalla. Sabe que sabes que ahí está y lo aceptas y se siente aceptado, se tranquiliza.
Un abrazo inmenso, querida Graciela.

Luis Gonzalí dijo...

Sí, la vida duele, pero hay matices: la vida soñada duele más que la vida vivida, y aun así no dejas de soñar... A lo que voy: la alegría llegará y pasará, y será dolor... La alegría es sólo un estado imperfecto de hastío y nada más... Es por eso que el estado perfecto del alma es la saudade (no se si la parisina, pero la saudade), porque de todos las formas de hastío, es la más plena y la que más dura...
Y quizás, sólo quizás, si somos lo suficientemente dedicados en la práctica de la saudade, podamos perfeccionarla como lo hizo el maestro de todos los heterónimos, Alberto Caeiro: "Pensar es no comprende. El mundo no se hizo para pensarnos en él, sino para mirarlo y estar de acuerdo..."

Un saludo desde mi buhardilla...

Manuel dijo...

Debe de existir lo amargo para que podamos apreciar lo dulce...

Alyxandria Faderland dijo...

Comparados con otros dolores, los nuetros pueden parecer insignificantes, Claricce, pero no por ello nos doleran menos. Parece que tenemos la obligacion de ser fuertes y esperar por mejores vientos; si vez a la alegria por alla, dale una espantada para estos lados. Por las dudas para que nos e olvide.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

No en vano venimos a este mundo llorando. Lo bueno del dolor es que nos moldea tanto como el tiempo. Gran foto. ¿Y las tuyas donde se pueden ver? Siempre me pregunto lo mismo.

Abrazos

Mateo Bellido dijo...

Hola, Clarice.
He estado atareado y apenas he podido leer algo. Llevo algún retraso contigo.
El tema que hoy traes me resulta cercano, sobre todo, porque, tras sufrirlo, no queda más remedio que superarlo. Sin embargo, tengo entendido que sin conocer el dolor, al menos el físico, el hombre no hubiera podido sobrevivir. Así de necesario es también el dolor.
Muchos besos.

Petrusdom dijo...

Las sensaciones que más nos llegan son el dolor propio y el ajeno, para olvidarnos creamos ilusiones que nos acercan a los momentos felices, pero el dolor nunca nos abandona basta abrir los ojos y la mente a las noticias diarias.
Saludos cordiales

Argénida Romero dijo...

Una foto que atraviesa el alma como el dolor mismo.

Abrazos

Kety dijo...

Tal vez sea la impotencia la que nos lleva al dolor. ¿O es viceversa? qué más da, de vez en cuando hay que pisar fuerte y seguir adelante, porque si no, nos volveríamos locos.
Un abrazo amiga.

RosaMaría dijo...

Esta foto duele y la de abajo también a pesar de la esperanza y la fe que pongamos siempre están los que tienen más sinsabores y dolores que los demás. Hermosas fotos en contraposición a lo que expresan y muy buenos tus post.
Saludos

Rosa Silverio dijo...

Bellísima entrada. Hoy me la tomo para mí y creo en ella.