miércoles, mayo 13, 2009

Los alumnos


En tu trabajo te informan que impartirás una clase. Aceptas encantada. Y después casi te arrepientes. Sabes de la responsabilidad y el esfuerzo que se requiere estar ante grupo. Sabes de tus limitaciones. Aún así asumes el reto. A la víspera del inicio de clases andas nerviosa. Se llega el día. Desconoces quienes serán tus alumnos. A muchos los conoces de vista, sobre todo a los que asisten a la biblioteca. No sabes quienes son del área de humanidades. Solo sabes que es su último semestre y que los chicos están a punto de entrar a la universidad. Piensas que serán pocos alumnos. No quisiste saber detalles. Te esperaste a descubrirlos por ti misma. Son muchos. Estás nerviosa. Especulando de más. Estás consciente que la asignatura que impartirás no la dominas. Pero estás salvada. Le tienes una gran pasión a esa materia. Por lo tanto te preparas cada día. Quieres dar lo mejor de ti. Entras al salón de clases. También tiemblas. Tomas control. Los miras antes de hablar. Esperas que tomen lugar. Los sigues observando. Contemplas sus rostros. Sus cuerpos. Su uniforme. Sus mochilas. Te das cuenta que la mayoría son mujeres. Te sorprendes de sus miradas. Miradas atentas, distraídas, silenciosas, sonrientes, hablantinas. Ellos también te observan. Algunos no pierden detalles de tus movimientos. Te presentas ante ellos. Todos guardan silencio. Están atentos a lo que estás diciendo. Se comportan de maravilla. Piensas que es por ser el primer día. Los días continúan y ellos siguen portándose bien. Chicos diferentes a los de la capital. Chicos ávidos de aprender, de descubrir, de conocer. Charlas con ellos. Les impregnas la pasión por lo que realizas. Quieres ganarte aunque sea a uno. Les llevas personas maravillosas a que les muestren su mundo. Disfrutas junto con ellos, las visitas distinguidas. Viajas con ellos. Ríes y también te enojas. Pero ellos te hacen débil. Tienen la capacidad de hacerte feliz. Aprendiste mucho con ellos. Te entregaste a ellos. Les ofreciste tu mundo y ellos te regalaron el suyo.

20 comentarios:

Camille Stein dijo...

siempre es mutuo el aprendizaje, maestro y alumno se intercambian recíprocamente papeles, satisfacciones y logros, como en círculo de sabiduría

un beso, Graciela

josef dijo...

Un post digno de elogio Clarice, el trabajo de profesor, tú trabajo es digno de elogio también. me ha encantado leer este post!

... dijo...

siempre que se ensen~e con verdadera pasion el aprendizaje de ambos lados es mayor... desde mi postura de alumna creo que cada uno de ellos tenia setimientos muy semejantes a los tuyos en el momento de iniciar las clases... en la vida aprendemos en todo mometo y ensen~amos tambien, el tema no es ensen~ar y aprender, sino despertar el interes, transmitir la pasion y el gusto por descubir y conocer un poco mas...

Diana L. Caffaratti dijo...

Me identifiqué con tu relato:
HAce treinta y ocho años que enseño y sigo sintiéndome igual ante los alumnos nuevos.
Me quedo con la frase final:
"Pero ellos te hacen débil. Tienen la capacidad de hacerte feliz. Aprendiste mucho con ellos. Te entregaste a ellos. Les ofreciste tu mundo y ellos te regalaron el suyo."
____________________________
Estoy recuperando mis antiguos amigos virtuales (Los perdí por un error mío en la configuración de mi blog)

I. Robledo dijo...

Siempre es momento de aprender. A veces, incluso, es momento de enseñar.

Un abrazo, amiga (espero que los efectos del "volcan" se vayan diluyendo...

Voz Ruda dijo...

Las miradas hablantinas son las que más me gustan :)

Suerte tienen de tenerte de maestra!

Un abrazo!!

Susana Peiró dijo...

Sólo Vos podías contar con precisión, de qué trata la mágica relación entre educador y educando!

M a r a v i l l o s o Relato!

Te abrazo Bellísima Mujer!

Anónimo dijo...

Que lindo Clarice, me dio emocion recordar que alguna vez hice clases, que busque material para ensenar, que siempre quise dar lo mejor de mi a esas caritas avidas por aprender. Besos.
Ivania

Alejandra dijo...

Benditos maestros que te instruyen mas allá de lo que se imaginan. Los que verdaderamente lo son nunca dejaran de serlo, nunca...

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Es un resumen del buen maestro. A mi me encanta la juventus pero carezco de capacidad pedagógica. Aunque con estudios superiores casi afirmaría que he sido en todo un caótico autodidacta.

Pero lo escribes tan bonito, con tanta pasión que me subyuga.

Un abrazo a ti y a toda la familia (Movie incluida).

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Disfrutas eh!!!! ¡Me alegro y espero que así siga siendo!
Besicos muchos Graciela.

Soledad.B dijo...

Que bello lo que un profesor puede dar a sus alumnos y a su vez el profesor recibir de ellos ,las palabras el texto que has escrito es realmente un mundo de sentimientos de enseñanzas de como bien dices impregnarles la pasion por lo que realizas ,por la vida .

Besos.
Soledad.B

Mateo Bellido dijo...

Buenos días, Clarice. Estuve unos días sin conexión.
Hermosa dedicación la de enseñar.
Es mi profesión. Mis alumnos están entre 6-7 años, pero ya leen aceptablemente y yo les propongo tareas a diario de lectura. Mi pasión se la intento transmitir leyéndoles siempre antes sus textos. Ese es el momento de más atención que consigo.
Cuerte en esa empresa.
Besos, amiga.

Exenio dijo...

ROCKS !!! :-D

Violeta Limonada dijo...

Tienes un blog muy interesante, te felicito.

Abril Lech dijo...

Para mi dar clases ha sido de las experiencias mas gratificantes que he tenido. Y ahora al leerte, creoque las extraño. Tal vez porque vengo de una familia donde todos -incluso padre y madre- han sido docentes alguna vez... y uno lo lleva en la sangre...

Tanino dijo...

Conozco la sensación, la extraño.
un abrazo
Giu

Minombresabeahierba dijo...

Con tu pasión siempre darás lo mejor tuyo al enseñar!
y es hermoso aprender de los alumnos, de las nuevas generaciones
besos

Miguel Sanfeliu dijo...

Un texto maravilloso. Me transmitiste con precisión el miedo a enfrentarse a los alumnos y la satisfacción incomparable de sentir su atención.
Excelente narración.
Un abrazo.

Eleonai dijo...

Felicidades maestra.