miércoles, junio 10, 2009

Los lápices


Los lápices fueron comprados en la mejor papelería de la ciudad. Los más lindos, los más finos. Fueron escogidos con el placer, con la alegría y con la ilusión que brinda un destino.

Llegaron a sentarse en el escritorio que cada día inventa vida. Pero ellos, en vez de tener paciencia para ser elegidos, se pelean todos los días por ser uno el primero para escribir las cartas de amor. Una tonta riña para demostrar quien posee la mejor punta.


El problema que tienen, por discutir tanto, es que no se han dado cuenta que su guía –la mano- ha muerto.



24 comentarios:

Alejandra dijo...

Pobre destino de los lapices... pero vendrá otra mano, otro corazón que los haga bailar al ritmo del amor, de la pasión, de los secretos guardados en una hoja de papel color nostalgia. Y ellos recordarán aquellas otras cartas que escribieron junto a su mano anterior.
Besito mucho muy grande para ti Graciela.

Marisa Peña dijo...

Precioso graciela...Una bella y certera metáfora.Un besazo preciosa

Exenio dijo...

Ups.. "De qué sirve "ser" sino hay cómo demostrarlo" (lo dijo un filósofo de banqueta del S.XXI)

Francisco Ortiz dijo...

Qué triste. Pocas veces hallé algo tan triste -aunque tan bello- en este rincón.

Anónimo dijo...

Que triste final. Ahi los lapicitos con sus risitas de colores, no parecen entender lo que paso. Besitos.
Ivania

alba dijo...

Cuando he visto la imagen he recordado el juego de los palillos de colores que de niña me encantaba. He empezado a leerte y seguía pensando en ellos (creo que alguna vez también jugué con lápices). Luego todo ha sido recuerdo. La mano muerta ha congelado el instante.

Llego hasta aquí desde las amapolas de Bel. Tus palabras me han entrado por los ojos. Bellísimo rincón.

Un saludo

Marcela dijo...

A lo mejor es mejor que no lo noten. Que sigan luchando, deseando ser el escogido para escribir esa carta de amor.
Aunque siempre es mejor saber...
Ahora me quedé pensando... Hermoso relato. Besos.

Alyxandria Faderland dijo...

Ya tendran ocasion de demostrar que pueden escribir dibujar y transmitir. otra mano que los acicale y los disponga ordenadamente para escribir, plasmar un paisaje, mientras esperan sin saber hasta que se enteren y empiezen de nuevo.

Soledad.B dijo...

Lo primero que mi mente a recordado es el olor de los lapices cuando de pequeña pintaba y escribia con ellos fue uno de los primeras y mejores recuerdos para empezar no solo a escribir sino pintar mis primeros garabatos,
es triste que la mano los olvide pero siempre habra otras que nunca los olviden.

Un saludo.
Soledad.B

Miguel Sanfeliu dijo...

Y es que a veces importan tan poco las rencillas cotidianas... Olvidamos con frecuencia, nosotros los lápices, que somos algo insignificante en el mundo y que, por mucho que discutamos, no podremos cambiar nuestro destino.
Un texto llegador. ;)
Un abrazo.

Adolfo Calatayu dijo...

Un destino cruel y triste,inexorable como el karma.
Un beso muy grande,querida Gracielita !!!

I. Robledo dijo...

Amiga, eso no se hace, que "se me saltaran las lagrimas..."

Es absolutamente necesario buscar otro final, por supuesto feliz, a este cuento... Es imprescindible.

Un abrazo, querida amiga

Argénida Romero dijo...

Son huerfanos y no lo saben. Me emocionaste con este texto.

Abrazos

Arcángel Mirón dijo...

Es inquietante saber que los objetos duran más que su dueño.

AnaR dijo...

Toda una metáfora.O paradoja, según se mire...

Un abrazo

இலை Bohemia இலை dijo...

oooooohhhh...

la foto me ha sugerido esta frase:
"Puntas de lápices, lapices que apuntan"...

En la foto me parecieron fieros, como lanzas...

:o)

... dijo...

cuando nos vamos no nos llevamos nada, que tristeza! y esas cosas que eran nuestras, se quedaran ahi extran~andonos? o no sienten nuestra ausencia? y nosotros, cuando estamos mas alla, las extran~amos?

un beso!

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Hoy Graciela me has sorprendido, pero muy gratamente. Ha sido un verdadero placer leer un relato ta bonito.
Besicos muchos.

Mateo Bellido dijo...

Hola, Graciela.
Muy acertado tu post. Ahora sólo usamos los dedos, pero el placer de trzar y borrar no lo olvidaremos jamas. Por suerte, mis alumnos pequeños me dejan sujetarles la mano para mejorar el trazado que no les sale todavía bien.
Un beso

Eleonaí dijo...

Tal vez, habrá otra u otras manos. Y las palabras surgirán de esos lapices.

Anónimo dijo...

Ahora las manos se avergüenzan de utilizar lápices bellos. Las mías, por ejemplo, perdieron el rumbo en un taller de cocina en donde, a fuerza de dictado, la maestra me alejó de las mejores recetas y los más ricos platillos. Resulta que mis manos encontraron un buen pretexto para fingir que escribían. Ahora las letras que salen de ellas a través de un lápiz se refugian en la pretensión de un contenido profundo, ante la triste evidencia de una caligrafía horrorosa. Me encantó el relato...
Estela Casados

Isabel Barceló Chico dijo...

¡Qué triste termina este post, después de la alegría del principio, con todos los lápices de colores y sus maravillosos mundos inéditos a punto de estallar...! Un abrazo muy fuerte, querida clarice.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Excelente, conciso y genial.

Un abrazo. :)

Emilio dijo...

un relato breve pero muy bonito.
saludos.