Tenía varios meses que no visitaba el puerto que me vio nacer. Un puerto que se encuentra a una hora y media de distancia del cielo que habito. Empecé a sentir que el cuerpo me pedía respirar el mar. El mar que me descubrió la vida. El puerto que dejé no es igual. Lo que sí sé es que su mar es el mismo que aguarda pacientemente o el que grita desesperadamente. Lo miré como si fuera la primera vez. Como si no tuviera memoria. Caminé su arena. Toqué sus rocas. Saludé a sus gaviotas. También caminé por las viejas calles de la ciudad y recordé que mi pasado sigue siendo tan presente.
La mitad de mi vida he vivido sin el mar a pesar de su cercanía. Ahora estoy entre montañas, niebla, lluvia y un aroma cafetalero. Es quizá por eso, que alguna vez escribí y lo declaré por mucho tiempo: “Mirar el mar. Mirarlo detenidamente. Mirar el movimiento de su cuerpo y su color cambiante. Mirarlo aunque no lo tengamos enfrente”.
Mi madre vive a dos cuadras del mar y fue una verdadera delicia levantarme muy temprano para ganarle a un tímido sol invernal y anochecer con las estrellas. Sólo mirar el mar con toda su plenitud. Como una hija pródiga que llega a pedir clemencia. Pensé, mientras estaba en una playa contemplando una escena de sillas nocturnas que descansaban con el canto de las olas, que yo era inocente. Como la niña que construye castillos de arena; como la adolescente que descubre su primer beso; como la joven que luce su cuerpo mientras un sol la toca; como la mujer que deja caer su vestido lentamente para amar sobre las olas; como la hija que acompaña a la madre que le escribe poemas al mar; como la hermana que platica con su hermano mientras sus perros corren; como la amiga que le muestra a sus amigos esa tierra o como una joven madre que ayuda a su pequeña hija a recoger conchitas de mar.
El mar suavemente me dijo: “Soy tu mar. Nádame”. Me provocó escribir con desesperación. Escribir para obtener su perdón y no escuchar su reclamación por mi abandono. Sólo para que él también murmure a mi propio mar interno: “Las ganas de tocar tu mar y nadar entre tus letras”.
Regresé a casa convencida que nunca me fui de ese puerto.
Toda palabra es un oleaje. Mi locura dedicada al mar:
• Ella guardó sus letras en un caracol. Está segura que algún día, una niña escuchará el eco de su madre.
• El mar me pidió matrimonio. Acepté.
• Miré el caminar apacible de una ola. Como una amante que se va.
• Ese mar guarda los escombros de un puerto.
• La gente no mira el mar. Sólo saborea un café famoso. Y olvida.
• Una gaviota perdida en su propio vuelo, huye de ahogarse en un mar ajeno.
• Una ola es una nostalgia en tu boca.
• Quedémonos con el beso que nos dio el mar.
• A veces, no hay necesidad de una luna cuando las pequeñas estrellas iluminan un mar oscuro.
• Los perros saben lo que es sentir la plenitud sobre la arena de una playa abandonada.
• Las olas les gritan fuertemente a las rocas: ¡Quítense!
• Mis dedos saben a mar.
• Mis piernas se las tragó el mar. Me queda el resto de mi cuerpo.
• Escribir tu nombre sobre una roca. Escribir el mío sobre una ola.
• El mar no quiso conocer mi rostro. Sólo quiso sentir mi cuerpo.
• El mar echa todos sus olvidos en forma de olas.
• Ellos pescan la esperanza en un pequeño anzuelo.
• Las sillas de una playa son los ojos de un turista.
• Sus pies guardaron conchitas de mar. Sus manos, simplemente arena.
• El mar guarda su memoria en tu mirada.
• Un pescado sobre la mano me mostró mi perdición.
• Un faro cuida el sueño de la ciudad. ¿Y el mío? Quizá esa luciérnaga.
• No volveré a mirar el mar. Como un aguijón, lo llevo adentro.
• Soy una vieja noche abandonada entre la nostalgia de un mar y una montaña.
18 comentarios:
pulcra como un océano de invierno.
regreso al mar como se regresa uno a si mismo, como si no hubiera tiempo sino sólo vida que va y viene al ritmo de esas olas, de ese mar, de esa agua de la cual nunca nos hemos ido...
besos Graciela, hermoso y añorado sentir...
El agua me atizaba mordiscos envidiosos
porque yo te abrazaba, y porque no podía
ella con intangibles abrazos deseosos
más que rozarte en vano con gotas de mar frías.
Rabiosa e ignorada, al sol que nos llovía
salpicó inútilmente con mudos alaridos;
mis brazos a tu cuerpo perfectos se ceñían
jurando aquellos ciegos edictos de Cupido.
Y de sí misma el agua renegó gratamente,
de ser pura, intangible, de su inmortalidad,
por ser por un minuto piel y sangre caliente,
pero era agua, y lo era para la eternidad.
Al ver claro su sino, sintiéndolo delito,
mordiéndose a sí misma se volvió el agua loca,
qué castigo terrible el ser del infinito,
se abalanzó hacia ti, y te besó en la boca.
Que hermoso, me gusta para hacer un cuento o una novela, gracias por compartir tu mar.
Clarice querida
Ya sabes mi debilidad casi inexplicable (toda vez que no nací a su lado) por el mar. El mar que para mí es principio y fin de todo. O mejor dicho por el adorado José Emilio Pacheco:
"Digamos que no tiene comienzo el mar. Empieza donde lo hallas por vez primera y te sale al encuentro por todas partes".
Emocionada con tu bello y conmovedor reencuentro con el mar de tus (nuestros) amores. Gracias por el encuentro que la cibertecnología nos posibilitó. Gracias por tus letras, por tus palabras de aliento, por las complicidades y tú comprensión. Gracias por todo.
Un abrazo grande, muy grande, y que 2011 te siga siendo pródigo en letras sensibles.
Se nota y mucho, que ese es "tu mar".
Es precioso todo lo que le gritas y le susurras a ese sitio tan lleno de recuerdeos y de tu vida,¡me has llenado de tu mar y me han dado ganas de nadarle!
Besicos muchos poeta y que este 2011 te deje decir tantas cosas bonitas.
¡Veracruz, rinconcito donde hacen su nido las olas del mar..!
Yo, para escribir esto, precisaria de tres o cuatro meses...
Sabes, en Veracruz debe haber alguna CORDOBA... Me consta porque aqui, en la Cordoba mía, existe una calle que se llama CORDOBA DE VERACRUZ... Hace tiempo, pusieron en esa calle el busto de un politico mexicano que se habia portado bien con el exilio español... No recuerdo el nombre...
A la inauguracion vino el hijo del politico...
Cuando despejo la cortina, dijo: Pero si este no es mi padre...
Se habian equivocado, y habian puesto el busto de otro politico mexicano...
Fue un bochorno inmenso para esta Cordoba mia...
Un abrazo, amiga
¿Sabes? Yo vivo en una ciudad con mar y a veces paso meses sin verlo hasta que de repente un día siento que no puedo más y cruzo en sentido descendente la ciudad y cuando llego respiro al fin aliviada. Me ha encantado cómo lo has contado tú, esas "palabras como oleajes".
Gracias con un gran abrazo.
esa foto es estupenda
Querida Graciela: tu relato me acuna, me cubre de saudades y me lleva al lugar del que soy originaria en forma honorífica. Justo en ese puerto hermoso dí mis primeros pasos, ahí se teje parte de mi historia personal y mis olas me llevan muchas veces para allá, no con la frecuencia que quisiera. Contigo, entre más escarban los días, más coincidencias y eso me llena de gusto. Porque sigamos compartiendo días, mares y amores (Caetano, Pessoa, Clarice, Alessandro, la escritura, en fin, la lista es larga), un beso muy grande.
Claramente se ve que el mar corre por tus venas. Tu sangre lleva gotitas de él. No puede ser de otra manera con ese amor que le profesas y que entiendo muy bien.
Llevamos unos días magníficos y me he bañado varias veces, está terso, frío y transparente. Alguna de sus olas vienen desde tu puerto.
Muchos besos
Sin darte cuenta, tus palabras han sido para mi alma un punto de apoyo durante los últimos meses transcurridos. Te he leído, y al leerte ha renacido en mí el placer por leer y por escribir, por abrazar de nuevo los libros, la pluma y el papel, placeres que había olvidado, que abandone hace ya algún tiempo y que me han hecho tanta falta…Gracias por tu ejemplo, por tus palabras y por la alegría que siembras con tus textos. Voy a seguirte leyendo. Este es mi blog (recién nacido casi): http://biologopoetayloco.blogspot.com/ , surgido a partir de leerte; me daría gusto infinito recibir tus comentarios respecto al mismo. ¡Feliz año!
Isauro
Hermoso canto al mar, que nos recuerda nuestra fragilidad. Tiene algo de relajante quedarse frente al mar, observando las olas, inventando poemas. Me encantaron esas breves notas, esos pensamientos. Y magníficas las fotos.
Un abrazo y feliz año.
Volver al principio atravesando un mar con palabras.
Hermoso relato.
besos con olas
Ya visité tu precioso mar otro día, pero no comenté. Es tan bello ese mar y todo lo que te inspira, que me parece esta entrada una de esas entradas río a la que es preciso volver, en repetidas ocasiones, para ir bebiendo, lentamente, de sus aguas. Volveré a tu mar. Un abrazo añil.
Que bello!!!
Gracias por regalar al mar a los que vivimos en donde no lo hay!!
Así es....no más dolor....
Manuel
Publicar un comentario