viernes, enero 14, 2011

No más dolor

Foto: Isaí Moreno


Traigo un dolor en el pecho.
Como un pájaro herido. Como una bicicleta robada. Como un perro atropellado. Como una piedra tirada. Como un espejo quebrado. Como una flor marchita. Como un lápiz sin punta. Como una manzana podrida. Como un poema triste. Como una libreta quemada. Como un piano desafinado. Como un huérfano de la calle. Como una tumba abandonada. Como un alambre punzante. Como una ciudad azotada. Como una escultura fotografiada.

Traigo un dolor en el pecho.
Mataron mi nido de pájaros. No pudieron con ninguna de sus alas.
No.
Es por esa carretera oscura, por ese auto accidentado, por ese perro abandonado, por ese pleito callejero, por ese pan robado, por ese hombre que grita, por esa mujer que llora, por ese niño que huye, por esa violencia desatada, por esas balas perdidas.
No.
Es por el miedo a escribir las palabras: Impotencia y tristeza. No estoy en ninguna nube sentada que no me permita ver la realidad de lo que sucede en mi mundo.

Traigo un dolor en el pecho.
Es por este país con tanta sangre derramada.

Estoy parada ante un árbol fuerte, pero deprimido y sin hojas. Abandonado por sus compañeros de amaneceres, esas aves que volaron a otras tierras huyendo del olor a sangre que emana de estas que un día fueron su paraíso.

Escucho el latente e insistente martillo que golpea esos muros que guardan silencio. Escucho las ventanas que gritan: no más dolor.
Es un pueblo que no quiere morir.

Traigo un dolor en el pecho.
Un coro de pájaros me despierta. Anuncia mi fin.
No.
Debe ser por la alegría de seguir con vida. Y quiero contagiarla a pesar de todo.



13 comentarios:

I. Robledo dijo...

Me parece, amiga, que vas a tener que seguir llorando por algun tiempo...

Luego, a lo mejor, la cosa mejora, pero de momento me parece que no.

Un abrazo, amiga, si necesitas un hombro en el que apoyarte no dudes en acercarte... Aunque la verdad es que uno tampoco está para muchos trotes...

Malos tiempos estos..., aunque los hubo mucho peores...

Gonzalo Villar Bordones dijo...

lágrimas que denotan la vida.

Alejandra dijo...

Realmente es triste y desesperante la situación en nuestro pais, violencia, inhumanidad, temor. Pero mi querida amiga como bien dices sigues con vida, seguimos con vida y somos más (quizás mas silenciosos) los que queremos a un México tranquilo y valiente. Hay que contagiar la alegria, la bondad, el optimismo, la entrega hacia el otro, las buenas acciones... Vamos a impulsarnos los unos a los otros, juntos si podemos.
Muaaaaaaaaaaaak besito grande para que no te duela tantoooo amiga.

Marcela dijo...

Es que esa es la fuerza de la alegría de estar vivos: debe ser contagiada y se contagia, a pesar de todo.
Un beso grande.

ÍndigoHorizonte dijo...

Saber gozar de lo pequeño, saber volar y dar vida, vivir la luz de cada gesto, y enamorarse de la mañana sin dejar de saber mirar el dolor, de cada gesto. Empática con el dolor, consciente del dolor, por eso tal vez, por esa conciencia, amasas aún más la alegría de la vida, pese a las muchas muertes, grandes y pequeñas, de los demás, o de las propias; muertes, que se quedan pegadas a las pestañas, a los lóbulos pero que avivan aún más el deseo de alegría y de contagiar de luz y alegría...

Isabel Mercadé dijo...

Me gustan mucho tus palabras y esa paradoja que nos muestran. Vivir sin dolor es imposible pero reconozcamos que, a pesar de todo, nos alegramos de estar vivos.
Un abrazo grande, Graciela.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Graciela, ¡que identificada me siento con todo esto que esciribes, ultimante hay muchos dolores en el pecho!
¡Eres una poeta de las más grandes!

Besicos muchos guapa.

Paloma Zubieta López dijo...

Graciela querida: ¡lograste contagiarlo! Gracias por las imágenes voladoras pero más, por hacer de los nudos maltrechos de la vida un nido de pájaros. Besos con harto cariño.

marichuy dijo...

Ay querida, no sé qué decir. En la mañanita te leí y pensaba en todo, en cómo ha cambiado este país. Antes me gustaba leer el periódico, ahora a veces ya ni quiero twittear: pura sangre por todos lados. Y como si las matazones no fueran suficientes, la gente se pelea por tonteras. Muy triste. Siento tristeza y miedo: mis papás viven en Acapulco. Y yo no quiero vivir con miedo, no quiero que nadie que amo se convierta en un daño colateral más de esta estúpida guerra. A veces quisiera ser como estas aves: tener alas y volar lejos.

Un beso

Miguel Sanfeliu dijo...

Sí, hay que seguir adelante a pesar de todo.
Palabras desgarradoras, de denuncia, de tristeza. Un oportuno y eficaz mensaje.
Un abrazo.

virgi dijo...

Mi querida Graciela, ¡qué duro es sentir ese dolor y no poder hacer casi nada por combatir sus causas!
Te comprendo y pienso en tanta gente inocente. La violencia es como las las olas, hay temporadas que golpean y golpean contra los mismos.
Un abrazo y mis manos (si te sirven)

Gilda dijo...

Qué triste. Espero que la alegría sea más fuerte. Que el dolor se vaya junto con la injusticia y el horror.

Pame Recetas dijo...

Nunca bajes los brazos amiga, tu alegría será contagiosa y tu esperanza debe iluminar a los que ya perdieron la fé. Sufro con tu dolor, que es el dolor de todos los que queremos un mundo diferente. Te dejo un gran beso