lunes, octubre 17, 2011

Las manos


A Isabel Mercadé, por mencionar la importancia de las manos.

La dulzura es una pasión. Es la que porta tu nombre. Y tus manos la revelan cuando escribes.

Mis manos son pájaros tristes.

Los dedos como rejas frágiles, se encuentran oxidados y sin candado. Todavía sobreviven.

Persevero con mis manos. Quiero llegar a la letra exacta.

De nada sirve que te dedique mis manos. No quieres leer.

Mi memoria la guardan mis manos. Ellas no recuerdan nada. Solamente su nombre: Olvido.

Ocupar mis manos para ti.

Mis manos tienen la consigna de escribir lo que no vivirán.

Un cuaderno roto guarda la impotencia de unas manos que no se liberaron.

El cielo quema mis manos. Mi cuaderno desprende fuego.

Los dedos llevan el ruido y escriben para no callar. También, los dedos conocen el silencio. Y murmuran en la fragilidad de sus letras.

Con paciencia espero el silencio de mis manos.

Tengo ruido en mis manos.

La culpa es de las manos que escriben lagrimeos.

Nunca dejaré de ser una lectora. Soy fiel a las letras que amo. Pero mis manos me traicionan y escriben.

¡Ay! Eres tan joven. En tus manos no hay edad.

La naturaleza de tus manos logró su objetivo. Debes alejarlas de mis ojos. O caeré fácilmente ante ti.

Mis manos se quedaron sin aliento. No volverá ni con el soplo del árbol.

Si pudieras comprenderme que necesito controlar mis manos para no escribir. Mis ojos necesitan perderse en la lectura.

Dame tu lumbre. O tus dedos.

Beberé la torpeza de tus manos. Y te daré agua viva.

Hay tanto fuego en mis manos que es necesario apagarlo con un suave soplo.

Me gusta la libertad de tus manos. Las mías todavía tienen candado.

Mis manos están adoloridas por todo lo que callan en tu nombre.

Hay tanta ternura y pasión escondida en tus manos. Pero prefieres escribir la risa o burlarte de ella. Y en silencio, lloras como un niño.

En mis manos llevo el luto de tu nombre.

Mis manos están indignadas, enojadas, impotentes. Y me piden que vuelva a mi estado natural. Tienen miedo de perder su libertad.

No encuentro mis manos. Se quedaron en la cama que no me pertenece.

De nada sirve que a mis manos le pongan candado. Siempre encuentran la llave.

Como si escribir me quitara la incertidumbre de tus manos.

Que tus dedos sean roca al deslizarse por el papel.

¿Qué es el viento en tus manos? Letras volando.

5 comentarios:

Juan Herrezuelo dijo...

Todo eso son las manos. No hay mejor autorretrato que el que uno hace de sus propias manos: fuego y silencio, agua y palabras. Un abrazo.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Ojalá que tus manos y tus dedos, sigan escribiendo cosas tan preciosas.
Besicos muchos.

Marcela dijo...

Como inspiran las manos! Pero tus pensamientos sobre ellas son de los más bellos.
Un beso grande.

Isabel Mercadé dijo...

Querida Graciela: Hasta hoy no había tenido ocasión de pararme a leer (no sé si has visto que las Amapolas se despidieron hace días) y degustar estas preciosas palabras que sólo tus manos podían traer.
Mil gracias y un abrazo enorme!!

Paloma Zubieta López dijo...

Me quedé colgada de las manos... justo ésas que no me dejan caer. Gracias mil, Graciela, besos.