Imagen: Anne-Julie Aubry |
Voy a twittear
hasta que me duelan los ojos. No prometo mucho.
Cristina, @mujerdetal
No sabía que se podía caminar
sobre un muro angosto, peligroso y a la vez atractivo. No sabía que en un muro
tan pequeño, habitaba un mundo tan grande. No sabía qué era twitter hasta que Cristina me invitó a
caminarlo. Eso fue hace tres años. Ni siquiera recordaba la fecha hasta que el
mismo joven twitter, así lo nombro,
porque es realmente muy joven, me lo notificó.
Me sorprende y me
asusta saber que han pasado tres años, tan veloces, tan fugaces como las mismas
letras, las mías, en una tierra llena de brevedad. Mis caracteres, todos o casi
todos, poco a poco se transformaron en instantes y en un instante murieron. Un
muro frágil se hizo fuerte, un muro con grietas se cimentó. O al revés. Porque
conmigo, todo suele suceder al mismo tiempo. Como un muro de lamentos o un muro
de alegrías.
El encanto de tuitear ciento cuarenta caracteres y tuitearme
la vida y, mirar como todo se va al vacío. Caracteres derrumbándose sobre un
abismo invisible pero que muchos ojos levantaron esos caracteres y los
colocaron en sus muros para compartirlos o los guardaron para un mañana.
Es como si fuera una
torre de Babel en donde se pierde o se gana. Desde un árbol frondoso se mira
caer la inmensidad de todas las hojas en todos los idiomas. Se contemplan desde
halagos hasta pleitos. Cariños hasta
odios. Poesía hasta noticias. Miserias hasta riquezas. Soy parte de esa torre
de Babel. Tres años de caminar, tropezarme, levantarme y seguir caminando y
recordando que en tuiter encontré valiosos tesoros que llevo en mi corazón y
que, mientras viva, nunca los olvidaré. Tesoros que me hicieron crecer en
aprendizaje, en reflexiones, en la risa, en la amistad y en el toque cercano
que ocurre entre dos copas de vino. Ya somos varios los que hablamos el mismo
idioma y nos entendemos con los ojos de las letras.
Permití que el pájaro
que está sobre mi cabeza, me dictara todos mis pensamientos desordenados y dejara
su canto agudo o trágico o leve, sobre un muro. Me encontré entre el espejo de
muchas manos y miré mi reflejo. Entonces, me pregunto: ¿será necesario seguir
cuando ya no me queda nada?
6 comentarios:
A tu pregunta, pienso que sería insensato seguir cuando no queda nada.
Pero, afortunadamente, tienes brevedad en abundancia para seguir compartiendo.
Felicidades y Gracias por esos 3 años.
Un abrazo.
No dejes de hacer volar tus manos y que tus palabras sean tus ojos, aquí, en el pequeño twitter o donde sea y si lo compartes, los que te leemos ganamos y nos engrandecemos. Muchas gracias por dar tanto.
Besicos muchos.
Un día será suficiente escribir... Fin.
No he llegado aún al mundo de los twits. No sé si un día llegaré. Te leo por aquí pero me basta con leerte para saber que tienes mucho que decir, ya sea aquí o en un breve twit. No dejes que tu canto se apague.
Besos, Graciela.
Ya tengo taaaaaaaaaaaaaaanto con el blog, que si me metiera en Tw...acabaría en el psiquiátrico.
Besitos, tesoro
Gracias por tus letras Gra, siempre son una caricia al corazón, un pajarito que vuela alto, alto y al que es un gusto mirar, aunque se aleja. ¡Un abrazo y felices 3!
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