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De todo lo maravilloso que ha sucedido en mi vida, sería obvio
decir que lo mejor fue tener una hija y haber abrazado a Caetano Veloso. Pero,
¿cómo anular todos los recuerdos inolvidables? ¿Cuándo subrayar los días
felices en la bicicleta o los días solitarios junto al mar o los días de locura?
¿En qué libreta guardo las conversaciones y risas con los amigos? ¿En qué
momento nombro al amor? ¿Escribo mis sueños recurrentes? ¿A quién le entrego
mis anhelos? ¿A dónde dejo tantos años acumulados de memoria? ¿Y los momentos
no escritos por preservar la intimidad? ¿Y qué decir de la adversidad?
¿Qué es lo mejor que he hecho en mi vida? ¿Qué es lo mejor
que me ha sucedido en mi vida?
Pienso detenidamente. No es fácil responder. Porque a lo
largo de la vida, uno elige. A veces con certeza y otras con dudas. Atinamos o
erramos. Y cuando no tenemos que elegir, los sucesos llegan sin esperarlos.
Miro por la ventana y contemplo todo el esplendor de la
naturaleza. Cada hoja me sorprende. Un pájaro posa con su tímido canto. Nada es
igual.
La lluvia me indica que lo mejor que he hecho fue adoptar a Alma,
la perrita callejera que vino a entregarme el paraíso de la alegría, ternura y
compañerismo. Quizá la lluvia no olvida todo lo que Alma vivió en la calle. Creo
que Alma me salvó. Y yo desearía salvar a todos los perros callejeros.
El viento, con su soplo suave, me susurra: Lo mejor que te sucedió
es que llegó Dios a tu vida, creíste y confiaste en él y ninguna de sus
promesas ha vuelto vacía.
1 comentario:
Precioso post,a,mi me sucede lo mismo cuando veo todos esos perros en las jaulas como te llaman para que los escojas .
Yo los sacaría y llenaría esas jaulas de seres humanos.
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