miércoles, febrero 08, 2006

Insomnio

Cuando llega el momento de echarse el clavado nocturno a la cama, después de tener un día entre pacifico y ajetreado, estoy tan convencida en dejarme caer en mi almohada, cerrar mis ojos e inventar, que lo que me está produciendo es un insomnio interminable por largas noches. Tal pareciera que mis brazos largos no son suficientes para esa almohada que guarda tantos secretos. Secretos convertidos en sueños que se transforman en pesadillas y vuelven a ser dulces sueños. Quizá la almohada ya no se da abasto con tanta historia inventada y tanto desahogo nocturno, que ha explotado, quizá sea la causante de tener muchas madrugadas pensando en lo que pasa al otro lado del océano.

Ahora debería estar durmiendo, mientras el otro mundo corre y se agita en sus labores.
¿Será que alguien esté pensando en mí y me tiene tomada de la mano?
Los días se me hacen largos y las noches tan cortas que no son suficientes para que duerma. Mientras estoy en el intento de dormir, empiezo a inventar palabras, las convierto en sonidos y las guardo en imágenes. Y de momento mis alas me llevan a Paris o a Madrid o a Chile cuando pudiera ser el mismo México. Camino sus calles sin saber realmente en donde estoy y busco refugio en las letras de los otros.

Reviso mis bolsillos y veo que se han caído los recuerdos. Los viejos amores están extraviados en cada esquina que sinceramente a mi me da pereza buscarlos y ahí los dejo abandonados.

Quizá sea la precaria salud la que me mantiene despierta, sabiéndome soñada en una cama hecha a base de mar, para que las olas relajen mis piecitos y mi cuello descanse sobre sus rocas marinas.

Recorro el silencio nocturno y solo escucho los suspiros de las hormigas.
Extraño la lluvia, porque ella es la que me arrulla y vela mi sueño. Añoro los crujidos de los sapos de mi infancia y deseo sentirme abrazada por los fuertes aires que tiran las hojas de ese otoño que tanto me gusta.

El insomnio me hace escribir tanta historia mental que cuando despierto y mi alfabeto lo quiero ordenar y plasmarlos en la hoja negra, las letras se echan a correr y mi lenguaje se convierte en una torre de Babel.

Lo único que puedo escribir otra vez:
dejémonos caer en la almohada, cerremos los ojos e inventemos!


2 comentarios:

Anónimo dijo...

EXCELENTE CHELITA EXTRAORDINARIO ARTÍCULO.

Anónimo dijo...
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