
Ahora debería estar durmiendo, mientras el otro mundo corre y se agita en sus labores.
¿Será que alguien esté pensando en mí y me tiene tomada de la mano?
Los días se me hacen largos y las noches tan cortas que no son suficientes para que duerma. Mientras estoy en el intento de dormir, empiezo a inventar palabras, las convierto en sonidos y las guardo en imágenes. Y de momento mis alas me llevan a Paris o a Madrid o a Chile cuando pudiera ser el mismo México. Camino sus calles sin saber realmente en donde estoy y busco refugio en las letras de los otros.
Reviso mis bolsillos y veo que se han caído los recuerdos. Los viejos amores están extraviados en cada esquina que sinceramente a mi me da pereza buscarlos y ahí los dejo abandonados.
Quizá sea la precaria salud la que me mantiene despierta, sabiéndome soñada en una cama hecha a base de mar, para que las olas relajen mis piecitos y mi cuello descanse sobre sus rocas marinas.
Recorro el silencio nocturno y solo escucho los suspiros de las hormigas.
Extraño la lluvia, porque ella es la que me arrulla y vela mi sueño. Añoro los crujidos de los sapos de mi infancia y deseo sentirme abrazada por los fuertes aires que tiran las hojas de ese otoño que tanto me gusta.
El insomnio me hace escribir tanta historia mental que cuando despierto y mi alfabeto lo quiero ordenar y plasmarlos en la hoja negra, las letras se echan a correr y mi lenguaje se convierte en una torre de Babel.
Lo único que puedo escribir otra vez: dejémonos caer en la almohada, cerremos los ojos e inventemos!
2 comentarios:
EXCELENTE CHELITA EXTRAORDINARIO ARTÍCULO.
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