jueves, junio 24, 2010

Obituario a mi computadora

La primera vez que usé una computadora fue hace muchos años. Tomé un curso para aprender a usarla. Fue un sufrimiento comprenderla. Estaba acostumbrada a mi cuaderno y a mi pluma y también a mi máquina Olivetti. En casa no había computadora, por lo tanto, no me encariñé con la nueva herramienta que me serviría en el futuro. En ese tiempo, no pensé cuánto la valoraría.

Después, empecé a ir a los negocios donde rentaban las computadoras y conocí el mundo del Internet. Me fastidié de la incomodidad y de no tener el silencio acostumbrado. Así que, llegó a casa una computadora de modelo antiguo que duró poco. No me unió con ella ningún sentimiento.

Al poco tiempo, llegó la nueva y moderna computadora de escritorio que al verla, me enamoré rápidamente. Tan frágil, tan delgada, tan distinguida. Me provocó amarla con todo mi cuidado. Se convirtió en la testigo de mis alegrías, de mis locuras, de mis desasosiegos, de mis silencios. Sintió caer las lágrimas y soportó la frustración cuando sus teclas no fueron usadas. Así, aunque llegara después a casa la laptop y la notebook, ninguna como ella. Ha sido la grata compañía.

Hace unos días, empezó a enfermarse. Yo presentí que no era un resfriado común, que al parecer, era un ataque a su corazón. Su médico me dio el diagnóstico y me dijo que su edad está limitada para continuar en la vida. Que buscara una que la reemplazara. Le respondí que tenía que salvarla. Ya no es posible. Mi amada computadora está en fase terminal. Respira lentamente. Miro la lentitud de su partida. Como si le doliera dejarme y a la vez, se alegrara del llamado de los escritores que la necesitan en el cielo de los justos.

La he llorado en silencio, con el luto en el corazón. A veces, cuando empieza el día, la despierto y ella no responde. Está en un sueño profundo, que ni con respiración de boca a boca reacciona. Y de repente, bosteza y abre los ojos para decirme: “Aquí estoy, escribe de una vez, que ya no tengo fuerzas para seguir guardando tus letras”.

Es probable que este sea mi último texto que escriba sobre su teclado. Le he tomado una foto de recuerdo, pero su imagen es de una desfallecida.
¿Cómo es posible que pude amar tanto a un objeto que para mí no es objeto? Dependo de ella. Nueve años conmigo. Y no me hago la idea que tarde o temprano otra ocupará este lugar. No me ilusiona ir a la tienda y ver nuevas opciones. No. Yo quiero a esta negra mía.

20 comentarios:

I. Robledo dijo...

Amiga, lo malo de estas cosas a las que tanto queremos es que poco a poco nos van robando el alma, por eso, cuando mueren, sentidos que nuestra alma se ha quedado un poco mas pequeña... Asi sucede.

Por cierto, hace dias te robe algunas palabras, lo digo por si has notado esa desazón que se produce cuando uno siente que le falta algo y no sabe el qué...

Un abrazo, Clarice

Tesa Medina dijo...

Tengo ordenador en casa desde hace... no recuerdo pero casi 20 años como poco.

Pero ese sentimiento como el que describes lo empecé a tener con mis portátiles. Llevo dos retirados y siempre me cuesta mucho cambiar de ordenador.

Éste desde el que tecleo ahora es mi tercer portátil y lo compre demasiado grande, así que lo muevo poco.

Ya le estoy empezando a tener cariño, pero al principio seguía añorando a mi pequeñito retirado más lento, pero más complice...

¿No estamos un poco locas? Soy de las que hablo hasta con las piedras.

Me cuesta mucho cambiar mis cosas, no me gusta estrenar.


Sigo por aquí un ratito.

Un beso grande, Graciela.

Raúl dijo...

R.I.P.
Sonrío.

Isabel Mercadé dijo...

Precioso, Graciela, y ¡cómo te entiendo! Yo sentí lo mismo por un cochecito pequeño, rojo, que tuve muchos años. Decía que tenía alma o que mi alma estaba en él, y deshacerme de él después de haberme llevado de acá para allá durante tantos años... lo lloré casi como a un ser vivo.
Un abrazo muy grande.

Alejandra dijo...

Ay amiga Gabriela, estas vestida de tristeza... como me encantaría darte palabras que alegraran el corazón. ¿¿¿9 años??? Aguanto bastante, serán los mimos y los cuidados.
Besitos digitales

Anónimo dijo...

Avante querida escritora ( perdone el atrevimiento)...Yo le escribo desde una computadora igual...Negra IBM de escritorio..Si cuesta trabajo, me ha dado ànimos para apreciar ala mia como el viejo Sabines apreciaba a su tv ¿lo recuerda usted?...Je, es rarao tengo 2 computadoras màs de las nuevas pero han salido mal sufren demasiado asi q yo trabajo desde esta que ya le falla la memoria, me lo avisa cada que puede pero que no falla por q no se le acaba la pila por estar conectada siempre al ser de escritorio...A partir de hoy le verè con ojos nuevos...Tàmbien extraño las viejas maquinas de escribir y su ronroneo
ely.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

¡Ay graciela como te entiendo!!
También tuve una Olivetti azul que hacía un ruido enorme a pulsar las teclas. Ahora no sé que haría si se jubilara antes de tiempo mi pequeñito portatil. Yo también le he tomado un cariño increible. ¡Madre mía que hubiera sido de mí si le hubiera tenido cuando llevaba la contabilidad de la joyería y debía escribir tantas cartas que a veces equivocaba y había que comenzar de nuevo!! Uff, hubiera sido la reina del mambo, de la contabilidad y hasta una buena escribidora.
Siento que tengas que despedirte de tu negrita, lo bueno de estos desgastes, es que se pueden sustituir y se acostumbra una a que le den servicios incluso mejores.

Besicos muchos guapa.

Pame Recetas dijo...

Es que no tienes una idea de cómo te entiendo. También tuve una vieja Olivetti, increíble. Mi computadora es negra también y aquí la tengo, me niego a deshacerme de ella, mientras te escribo desde una moderna notebook, mi vieja compu me mira desde el rincón resignada a su nuevo rol de compu para los nietos cuando vienen a casa, sé que ha de doler el día que tenga que desahuciarla definitivamente. Abrazos

Isabel Barceló Chico dijo...

Hay objetos en nuestras vidas que rebasan esa condición objetual y se convierten en algo más: un paisaje de nuestra vida cotidiana, ese que está ahí y presencia, sin saberlo, toda la gama de nuestros estados de ánimo. A ellos nos acogemos en todos los momentos, en los de alegría y en los de tristeza. Y es que ponemos mucho de nosotras mismas en ellos. Superarás esta separación forzosa, querida amiga, y guardarás siempre en tu corazón el recuerdo de tu negra. Besos.

virgi dijo...

Mi querida Gabriela, te comprendo bien. Todos hemos tenido objetos con los que nos sentimos tan bien, que nos horroriza abandonarlos. Como si tuvieran trocitos de alma incrustados en la nuestra.
Guarda el teclado, lo cuelgas como un objeto decorativo, ¿te parece?
Besitos, linda

Umma1 dijo...

Cuandole llegue la hora de apagarse, no la tires.

Yo conservola primera que compré hace como 20 años.
Llegué a casa yno sabía como conectarle los cables, así que llamé a un amigo y, él por teléfono me fue dando las indicaciones.

La mantengo en un rincón de mi escritorio como un testigo, de que no todo es tan facil como aparenta el hoy.

Una caricia del alma a tu querida compu...

JOSÉ ROMERO dijo...

Nueve años con ella... caramba, en verdad que la querías. Te adelanto que volverás a encariñarte con algún nuevo modelo. Ya verás. saludos

Ruth dijo...

yo aún tengo un cadáver guardado por ahí!

lo siento, mi sentido pésame

dos besos

Gabriel dijo...

No estés triste, amiga. Confía en la migración de las almas.
Besos.

Eleonaí dijo...

Esta negra mía, ha de ser mi tormento...

Vendrá otra y será mejor -tecnologicamente-. La primera simpre será.

giovanni dijo...

Ay, qué emocionante... nueve años... Yo guardo algunas de mis viejas y mi hijo me dice mejor las boto.
Besos

Marcela dijo...

Pobre compu!
La mía pasó a mejor vida, al menos hasta que pueda llevarla al service y ver que me dice... Por el momento, tenemos una para los tres integrantes de la familia. Por suerte nos organizamos bastante bien... por ahora, je
Besos y ánimo!

Miguel Sanfeliu dijo...

Que descanse en paz la compu. Saco el pañuelo y seco una lágrima por la enferma. Ahora bien, en cuanto entre la nueva y empiece a corretear, nerviosa, presa de su juventud, y tengas que seguirla por la casa, sin descanso, no tendrás ya tiempo ni de llorar a la vieja amiga.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Vaya, pensé que era el único que sentía "afecto" por algo material. Mi pc también tiene nueve años, y tambien está muriendo.
NO quiero comprar otra, yo quiero esta :_(

Candidatos concejo dijo...

La tecnología cada día nos deslumbra más no hemos terminado de aprende a usar algún programa cuando ya sale uno mejor, y sin notarlo nos manda a una rutina, vacía, nos quita nuestras capacidades físicas y mentales poco a poco, que ironía creamos nuestro propio remplazo.