martes, julio 19, 2011

Sueño recurrente

Pintura: August Macke

Una mujer triste llega a su recamara. Las últimas noches de su vida han sido frustrantes. No ha podido derramar sus letras como se derrama la jarra del agua caliente sobre sus pies. Mira el jardín a través de la ventana, escucha el canto de la lluvia y se pregunta: ¿Dónde están los grillos? Debe cerrar la cortina pero no le gusta hacerlo. Después, piensa que será agradable abrirla al amanecer y encontrarse con la vida. Entonces, la cierra con esperanza. Se sienta al borde de la cama y mira sus pies. Como cada noche, el ritual de hablar con ellos y pedirles que se salven. Se recuesta, acomodando la almohada para leer el libro que le espera sobre el buró recién estrenado que tanto deseó por muchos años. La tenue luz de la lámpara y una colección de libretitas lo adornan. Libretas que esperan ser escritas durante el sueño. Todavía siguen intactas. Finalmente, la mujer decide dormir. Se tapa con un leve cobertor. Sea cual sea la estación, ella siempre se cubre como si fuera su cielo protector. Cierra los ojos, piensa, reflexiona, recuerda y llora. ¿Cómo recuperar sus letras muertas mientras sus tiempos cayeron en abismos? Se queda dormida y sueña que escribe y despierta y sigue escribiendo. Si abre las ventanas de toda la casa, sonríe y escribe. Si va a la cocina y prepara el delicioso café que ofrece su tierra, escribe. Si va al bosque de bambú a encontrarse con el yoga, escribe. Si anda en bicicleta, escribe. Si camina y tropieza con las piedras, escribe. Si conduce el auto, escribe. Si va a la librería, escribe. Si va a la escuela a encontrarse con los alumnos en la biblioteca, escribe. Si habla por teléfono, escribe. Si va a desayunar con las amigas, escribe. Si es anfitriona de su casa, escribe. Si escucha el canto de los pájaros o la música en casa, escribe. Si fotografía, escribe. Si termina de leer un libro, escribe. Si ve una película, escribe. Si llora, escribe. Si permanece quieta debajo de la regadera, escribe. Si tiene un exceso de cansancio, escribe. Si visita a su médico, escribe. Si llega la muerte, escribe. Si mira a sus amores, escribe. Si abraza a su perro, escribe. Si recuerda el pasado, escribe. Si vive el presente, escribe. Si visualiza el futuro, escribe. Toda su vida, la escribe con detalles. ¿En dónde están esas letras? Es el sueño recurrente. Habla, pero no escribe. Porque ella dice que está llena de interrupciones. Que se sienta ante la ventana, dispuesta a escribirlo todo; que acaricia su teclado, cuando alguien toca la puerta y ella se levanta para abrir y encontrarse con las flores. Entonces, se distrae y se va. No, no escribe nada. No existe su escritura. El pájaro que lleva en su cabeza, se ha comido todo su alfabeto. Sus manos, necesitan salvación.



12 comentarios:

Eleonaí dijo...

Soñar y soñar...cual canción de José Alfredo...hasta volver, volver, a soñar. Y soñaba.

Alejandra Sotelo Faderland dijo...

SE PARECE UN POCO A MI QUE SEA INVIERNO O VERANO, SIEMPRE ME ARROPO CON ALGO. NUNCA PENSE QUE FUERA UNA FORMA DE PROTECCION, VAYA IDEA QUE ME HAS DADO CLARICE.
AUNQUE DE NOCHES TRISTES TE DIRE QUE TENGO BASTANTE EXPERIENCIA,Y ULTIMAMENTE PORQUE NO ES QUE NO QUIERA ESCRIBIR, SINO PORQUE ME FALTAN LOS MEDIOS....
C'EST LA VIE...

virgi dijo...

Siempre hay cosas que nos interrumpen de lo importante.
Me gustó mucho, Clarice.
Y también el cuadro. ¿Sabías que tanto Macke como su amigo Marc, los dos del movimiento expresionista murieron en la 1ª Guerra?
Un abrazo

Anónimo dijo...

Un saludo Graciela, hacía tiempo que no te deletreaba, aunque siempre visito tu blog.

Juan Herrezuelo dijo...

Misterio de los sueños recurrentes: cómo saber si ese sueño no será nuestra vida real y esta otra vida que tenemos por cierta un sueño; cómo saber si esto es la vigilia o lo es aquello que empieza en el momento en que creemos quedar dormidos. ¿Acaso no está la mujer triste viviendo más a través de la escritura constante que en su imposibilidad, que la interrupción? Un abrazo con todas sus letras.

Mateo Bellido dijo...

Magníficamente describes el oficio de escritor, el que profesas. Y no olvidas lo que de frustrante ese cometido tiene, tan voluble, tan barco de vela que navega sometido al albur de los vientos que acontecen...
Un abrazo.

Paloma Zubieta López dijo...

¡Ha llegado la salvación! Y por ende, la escritura. Será en sueños pero yo quiero seguir escribiendo como ella... *ya compré cientos de libretitas para la mesita de noche*

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Suele pasar Graciela, que las palabras se quedan prendidas y no salen hasta el momento oportuno. Mientras tanto, escribe el pensamiento y los sueños, más tarde fluirá.
Besicos muchos.

Yniold dijo...

El placer es mutuo. Las manos se encuentran y algo se salva. El testigo es lo atestiguado, entonces eso que se remueve en ti jamás ha dejado de ser tuyo: así denunciamos la belleza del mundo. Celebro tus letras, te abrazo.

Marcela dijo...

Que bello. En serio. Que escriba, siempre. Sus manos se salvan cuando escribe.
Un beso.

Elena Casero dijo...

Sí que es triste, porque escribir es tan necesario, tan maravilloso.

Un abrazo y gracias por visitarme.

marichuy dijo...

Querida: no quiero contradecirte, pero esa mujer triste para nada ha perdido sus letras: esta elegía a tal pérdida es la mejor prueba de que la belleza de sus palabras y letras nunca la abandonan. Tal vez pasa que los pájaros, a veces, revolotean mucho y el sonido de sus alas obnubila la escucha de sus palabras, pero al final... siempre vuelve a escucharlas y, lo mejor, escribirlas.

Abrazo