domingo, noviembre 17, 2013

Bajar la guardia

Foto: Graciela Barrera



Querido Ros:

Antes que nada, debería de nombrarte Álvaro, pero muchos te conocemos por Ros. Así te conocí, con un nombre breve, pero tan grande para recordarlo en cada uno de tus caminos dibujados: tus cartones.

Quiero decirte que tus cartones me han hecho sonreír. Ocurrentes, leves, suaves, reales, tímidos y delirantes. A veces tan ingenuos que me provoca creer que la vida es así de ingenua, pero no. Detrás de tu lápiz estás marcando un suceso en el que podemos sentirnos identificados. Tú estás observando cada detalle, palabra, movimiento, voz, silueta y tus manos juguetean con esos instantes. Y el instante se transforma en cartón. Es para ti un placer dibujar y te diviertes imaginando escenas. Solo tienes paciencia para que surjan las ideas. Te imagino tranquilo y, a la vez, como un pájaro que vuela sobre la hoja en blanco y permite que el lápiz juegue hasta formar una historia.

Sabes que muchos problemas que se viven actualmente en nuestra país, no se resolverán a través del arte del cartón, pero sí estás convencido que el humor es muy importante y puede resultar un alivio al mostrar lo hilarante de nuestra cotidianidad. Aún así, tú cartones no cubren el aspecto político. Tú retratas lo más común de la vida cotidiana. Tan común, dices, que muchas veces no nos detenemos a pensarla.

Me gustó saber la historia de cómo empezaste a hacer cartones: tus padres te regalaron unas plumillas, tinta y un buen papel. Con este material, te la pasabas copiando los dibujos de un libro de Saul Steinberg que tenían en tu casa. A la fecha, sigues creyendo que él es el mejor cartonista que ha habido.

Tienes una trayectoria laboral muy importante y que ha trascendido en diversos medios. Eres diseñador, editor, cartonista y has publicado libros. No has perdido el tiempo y te has dedicado a lo que más te apasiona. Día a día tu poderoso lápiz sigue imaginando. Y tu secreto es perseverar y buscar la forma para que tus cartones sean atractivos a los lectores. 

Te pregunté si cuando duermes, sueñas que dibujas un cartón. Y me respondiste que rara vez recuerdas lo soñado por la noche. Pero mi pregunta te recordó los maravillosos pájaros que viven en un ficus junto a tu habitación. Entonces, sucede que te despiertas con el nacimiento de lo que puede ser una buena idea para un cartón.

Bajar la guardia, tu libro publicado por Tumbona Ediciones, se encuentra cerca de mi almohada. Está ahí porque me parece grato despertar y de repente, abrirlo al azar, mirar la historia y sonreír. Créeme que rara vez sale repetido un cartón. La interpretación de mi mirada siempre cambia y eso me agrada. Y sí, lo hago cómo tú nos invitas a que te miremos: de manera calmada.

Ha sido un placer conocer tus manos. Estoy segura que algún día podré estrecharlas. Mientras tanto, seguiré tu camino trazado. Y bajaré la guardia.



3 comentarios:

Ros dijo...

Querida Eva Graciel,
Qué texto tan bonito. Un regalo que mis cartones nunca habrían imaginado recibir. Sobre todo viniendo de tan talentosa pluma.
Te lo agradezco muchísimo. Recibe un gran abrazo desde aquí cerca, al lado del ficus.
Ros

Mandarina dijo...

Qué bonito lo que dices. Y qué bonito que se junten más de mis personas y cosas favoritas aquí. Los cartones, Steinberg (también me dio un gusto enorme cuando supe eso de Ros, porque sabe que Saul es de mis cartonistas favoritos), los pájaros, los sueños, Ros, tú y las sonrisas que puede causar un buen libro.

A mí también me gustó mucho, bajé la guardia, como todos deberíamos hacer por un rato. Qué buena idea ésa de abrir el libro al azar al despertar, habrá que aplicarla para comenzar el día de una manera agradable.

Toda mi admiración para ti, por decir lo que seguro muchos sentimos respecto a estos cartones, y a Álvaro, si lee esto.

virgi dijo...

Pura sensibilidad. Pura.
Un placer leerte siempre.
Besos besos