lunes, julio 31, 2006

Consolación

Pintura: Priscila

En su último día de vida, llegó la consolación.

Feria de libros...

Fotomontaje: mirada azul
Un año más y el hermoso Colegio Preparatorio de Xalapa se vuelve a vestir de fiesta con la 17ª Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil. Como ya es costumbre, esta fiesta del libro se dedica a la promoción de la lectura y al reconocimiento del trabajo de todos, los que de una u otra manera, han fomentado el evento a través de los medios. Por otro lado, este año se han celebrado los 60 años de la publicación de “El Principito” la joyita de Antoine de Saint Exupéry.

Muchas actividades se han realizado: presentaciones de libros, conferencias, exposiciones, talleres, música, cine y teatro; también, reconocimientos y premiaciones a diversos proyectos. Se contó con la presencia de varios escritores, pero Sergio Pitol fue el invitado especial.

Recorrer lentamente los pasillos y disfrutar de la arquitectura del recinto adornado con tantos libros y tantos sellos editoriales, detenerme a observar a los niños como, a su temprana edad, ya están ávidos por descubrir un mundo nuevo a través de las letras, me hizo sonreír con esperanza, el hecho de que aún su imaginación y sus sueños, están acompañados por tantas historias. Nosotros seguimos en la lucha para que nunca se deje de leer.

Recordé el libro “En esto creo” de Carlos Fuentes donde menciona que: “El libro es la educación de los sentidos a través del lenguaje. El libro es la intimidad de un país, la inalienable idea que nos hacemos de nosotros mismos, de nuestros tiempos, de nuestro pasado y de nuestro porvenir recordado, vividos todos los tiempos como deseo y memoria verbales aquí y hoy”. Tiene toda la razón al declarar que “Hoy más que nunca, un escritor, un libro y una biblioteca nombran al mundo y le dan voz al ser humano”.

Por eso, me alegro cada vez que cualquier ciudad se maquilla de Feria de libros. Y así como disfruté ésta fiesta de la literatura, encontrando excelentes libros a muy buenos precios, espero pronto, hacer lo mismo en la siguiente Feria que ofrecerá la Universidad Veracruzana con sus invitados de honor: Antonio Tabucchi, Enrique Vila-Matas, Juan Villoro, Carlos Monsiváis y Sergio Pitol entre otros.

Me reconforta hondamente la idea de que la historia planteada en el libro “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury no existe en nuestra ciudad.


sábado, julio 29, 2006

Hoja de viento



Mi hojita de viento llegó envuelta en ternura naranja y en mi espejo se quedó atrapada.

jueves, julio 27, 2006

Las alas del deseo...

Un ángel contempla la ciudad. Vista aérea. La arquitectura. La gente. Los niños. Las gaviotas en el cielo despejado. Rostros solitarios. Soledad andante y citadina. Leves sonrisas. Toques de ternura en los hombros. Manos. Consolación. Susurros musicales. Preguntas sin respuestas. Debilidades internas. Pensamientos cotidianos y desoladores. La vida de los ojos del ángel es en blanco y negro. Ojos cerrados sintiendo. Él piensa y se consuela de ver el color aclarado por el sol en los ojos de todos los hombres. Sabe que solo los niños lo miran.

Dos ángeles amigos que charlan y preguntan: ¿Acaso la vida bajo el sol no es solo un sueño?

Un ángel carga con su nostalgia que es mucha porque quisiera dejar su existencia espiritual, sentir su peso, atarse a la tierra, poder sentir sus huesos, poder mentir sin vergüenza, excitarse con la línea del cuello, adivinar sin saberlo todo, entusiasmarse con el mal, ser salvaje, mantener la distancia, cumplir con la palabra, le gustaría sentir cada paso, cada ráfaga de viento, poder decir “ahora” y ya no más “para siempre” ni “eternamente”.

Mis ojos avanzan en acercamientos y lejanías, escucho a Homero decir: “Cuéntanos musa del narrador, del infante, del anciano apartado a los lindes del mundo y haz que en él se reconozca cada hombre. Con el tiempo los que me escuchaban se han convertido en mis lectores. Ya no se sientan en círculo sino solos, y cada uno no sabe nada del otro”.

Recuerdos impregnados en la añoranza del pasado, y la temática del niño plasmado en un lápiz que escribe: “Cuando el niño era niño, andaba con los brazos colgando, quería que el arroyo fuera un río, el río un torrente y que este charco fuera el mar. Cuando el niño no sabía que era niño, para él toda estaba animado y todas las almas eran una. Cuando el niño era un niño no tenía opinión sobre nada, ni tenia ninguna costumbre, se sentaba en cuclillas, se levantaba corriendo, tenia un remolino en el cabello y no ponía caras cuado lo fotografiaban. Cuando el niño era niño, no le gustaba la espinaca, las arvejas, el budín de arroz, ni la coliflor al vapor, y ahora se lo come todo. Cuando el niño era niño, una vez se levantó en una cama extraña, y ahora le pasa a menudo. Mucha gente le parecía hermosa entonces, y ahora ya no tanta, solo si tiene suerte”.

El ángel se ha enamorado de Marion, una bella trapecista, la escucha murmurar: “Ya no seré trapecista. ¿Cómo debo de vivir?, ¿cómo debo de pensar?, cierro los ojos y las piedras cobran vida. El deseo de una ola de amor dentro de mí. Eso me hace torpe, la ausencia del placer. El deseo del amor. El deseo de amar. Esperé una eternidad para oír una palabra cariñosa, alguien que dijera: hoy te amo tanto. El tiempo cura. ¿Y si el tiempo fuera la enfermedad?”.

Cassiel es el nombre del ángel que camina lentamente por las calles, las recorre en sus monólogos como todos los habitantes, en su desasosiego ve las manchas de las primeras gotas de lluvia, la hierba inclinada por el viento, el color de las piedras, el vuelo nocturno, las bicicletas. Se siente ausente y fuera del mundo, quiere ser parte en la historia del mundo, aunque sea para tener una manzana en la mano. Quiero conquistar la historia, sostener un vistazo, un grito corto, un color agrio.

El otro ángel, su amigo Daniel, le declarará que: “hay otros soles además del sol, en la noche profunda, comenzará la primavera, crecerán alas nuevas, en lugar de las viejas alas. Buscarás, encontrarás y tendrás a Marion. Ella te llevará a casa”.

Cassiel es habitante de Berlín y pudo decir con exactitud: “Yo sé ahora lo que ningún ángel sabe”.

lunes, julio 24, 2006

Siempre estará París...

Querida Guadalupe Loaeza:

Quiero decirte que al igual que tú, me gusta escribir cartas, así que aprovecho de escribirte ésta. El año pasado estuviste en nuestra ciudad para presentar tu nuevo libro: “Siempre estará París”. Por causas mayores no fue posible estar contigo, sin embargo, compré el libro. Siempre he deseado conocer París. Una obsesión que a veces la veo tan lejana y convertida solo en un sueño.

A través de varios escritores, me he alimentado en conocer más de esa Ciudad Luz. Ya ni se diga cuando estoy frente a la pantalla cinematográfica. Mis ojos imaginan que están pisando sus esquinas o que estoy tomando un café mientras me pintan. A través de la música, me deleito en la sensualidad de cómo se escucha el idioma y los sonidos musicales nostálgicos me hacen suspirar.

Tu libro lo he disfrutado gratamente por esa sencillez que te caracteriza en escribir. Un título tan bello, en honor a una de mis películas favoritas: “Casa Blanca”. Recuerdo también aquél dialogo en donde Humphrey Bogart le dice a Ingrid Bergman: “Siempre estará París”, como diciéndole: si la vida nos tiene que separar piensa en nuestro viaje a París.

Realmente me emocioné por cada uno de los sitios que mencionas como la de los escritores, poetas, pintores, cantantes, músicos, actores y diversos personajes que vivieron en París.

Con lentitud, saboreando cada una de las historias que presentas en este libro, me llevaste de la mano y me enseñaste cada rincón. También me pasó lo mismo que a ti: Paris me provocó muchos sentimientos: o muy melancólica o profundamente feliz. ¿Quién más que tú como una verdadera guía turística? Tú que eres mitad mexicana y mitad francesa.

Me hospedaste en el hotel que alguna vez fue el que ocupó Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sastre. Largas caminatas como subirnos en una moto, para llegar al Barrio Latino, visitar el Museo Pompidou, el cementerio de Montmartre, la avenida de los Campos Eliseos, el Louvre, el Arco del Triunfo, el Sena, la torre Eiffel, entre muchos más lugares.

Poco a poco me narraste y me recordaste la historia de Camille y Auguste, Françoise Giroud, Sara Bernhardt, Albert Camus, Maurice Ravel, Georges Moustaki, Marguerite Duras, Ives Montand, Marc Chagall y una lista interminable de personajes. Me causó gracia como Juliette Drouet le escribía muchas cartas, varias veces al día, a su amado Víctor Hugo. Y sin olvidar a Julio Cortazar.

Tu libro está invadido de muchas imágenes, epígrafes, una guía de lugares para visitar y sitios para comer. Señalas la historia pasada y la mezclas con la moderna. Me indicaste donde comprar la cerezas parisinas y sugeriste un café para descansar en una media tarde junto con mi amado.

Quedé satisfecha del libro, siempre está abierto, frecuentemente lo hojeo, para soñar que estoy ahí y para no olvidarme nunca del verso que escribió el poeta Galloso “París es uno mismo”.

Espero verte pronto, para que me regales una firma.
Recibe un abrazo cariñoso.

Graciela

sábado, julio 22, 2006

Estoy

Pintura: Priscila

Aquí estoy
En la nada
Cerrando los ojos en mi propia inercia
enredada con el viento.

jueves, julio 20, 2006

La vida es un milagro...

Milica...Milica…traigo una gran carga y me voy a quedar en la bancarrota, no puedo seguir cargando, ven aquí, regresa.
Milica, quítate de la vía.
-¿Por qué no se quiere quitar? ¿Qué le pasa?
-Está sufriendo
-Oye, está llorando
-Sí, está sufriendo de amor y no se quitará de la vía porque quiere que la mate el tren.
-¿Pero como la va a matar si la vía no está terminada?
Milica es una burra enamorada y cuenta su dueño que mientras él ama, Milica lo espera comiendo uvas.

Mis ojos se deleitan en la belleza de Milica, me enternece ver sus lágrimas por un amor perdido, su ambiente está acompañado de una naturaleza con montañas. Y no solo existe Milica, también existen los perros, gatos, aves, borregos, gallinas, y unos osos que reciben en una casa como si fueran los anfitriones. Paisajes desde un verano a un invierno.

“La vida es un milagro” es un realismo mágico que al escuchar a sus personajes centrales en un ambiente musical de principio a fin, sorprende que en medio de la guerra, ellos no pierdan la alegría y el optimismo. Tras las veredas, el balón de fútbol es compañía en ellos.

Es la historia de Luka, un ingeniero que está construyendo las vías del tren de su pueblo, Jadranka es su esposa, una cantante de ópera frustrada, loca pero simpática y su hijo Milos quien desea ser un futbolista profesional, pero debido a la guerra es llamado a las filas.

Una familia que vive en una estación de tren, situados en Bosnia, y viviendo el conflicto de la guerra de 1992, aislados y sin desgastarse tanto en el conflicto armado que se está preparando tratan de vivir felizmente.

Por eso Luka disfruta de tocar con la banda, reírse, platicar con los amigos y ser bonachón como ellos, Jadranka en sus locuras con su voz chillante y sus coqueteos, pasean por la vía y gritan que a pesar de todo, la vida es un milagro.
Sin embargo, la guerra estalla, y mientras Jadranka se escapa, Milos se va a la guerra, Luka se queda en su soledad, distrayéndose en el ajedrez y su cotidianidad se rompe cuando llega Sabaha, una prisionera musulmana que ha sido tomada como rehén. Inevitable enamorarse de ella a pesar de tantos conflictos internos.

Y cuando todo es finalizado, y Luka sabe que ya nada será igual, va a la vía deseando que el tren pase por su cuerpo, pero aquella burra llamada Milica, la que deseaba morir, es la que salva a Luka y el amor por la vida y por esa chica no lo puede negar más.

Historias mezcladas de personajes, música por doquier, el aliento del saxofón, canciones de amor, los dientes de león entre sus vientos azules, sueños mágicos, camas voladoras, tierra clara de paisajes eternos, y aunque sienten que la muerte está presente en cada esquina, la locura sana realmente les confirma que La vida es un milagro.



lunes, julio 17, 2006

Sergio Pitol: un mago en Xalapa

Hay días que duelen en la inmensidad del alma, y cuando se viven esos días, en donde el viento y la lluvia se mezclan en un ambiente de neblina, no hay como refugiarse en la literatura y con los poetas. El viernes pasado fue de esos días y gracias a mi amigo Omar, mis ojos cayeron a reposar y estar presente en el homenaje que el Ayuntamiento de Xalapa le ofreció por su trayectoria literaria y su reciente Premio Cervantes 2005 al gran Sergio Pitol.

Los que vivimos en esta ciudad, nos sentimos orgullosos que compartimos las calles con nuestro escritor. Y es que Sergio Pitol al hablarnos parte de su vida de tantos años que vivió en Europa, decidió regresar para dedicarse a escribir y escuchar a toda hora el lenguaje mexicano. Definió que Xalapa es ideal para vivir solamente por sus paisajes excepcionales, el nivel cultural, la Orquesta Sinfónica, la Universidad Veracruzana, los amigos, sus raíces y sus muertos. Emociona escucharlo decir que sus mejores libros han sido escritos en esta tierra. Escribir para Sergio Pitol se volvió una obsesión y el entorno veracruzano lo potenció en una energía creativa para su escritura. Vivir en esta ciudad le hizo estar más consciente de su pasado, de tener fragmentos de la infancia y juventud vedados.

Sergio Pitol declaró: “La soledad me parece un regalo de los dioses, y mi casa, construida por el arquitecto Bernal Lascurain se complementan, que hasta podría soportar un arresto domiciliario”.

Con la sonrisa que le caracteriza a Sergio Pitol, disfrutó de su homenaje y de su gente. Yo como siempre, lo abordé para que me regalara una firma más en el libro “El tañido de una flauta”, hojeo el libro y encuentro un subrayado que me hizo efecto de nuevo esa tarde: “Mete una mano bajo la almohada y de inmediato se sume en un sueño que borra toda la fatiga, el estupor, la culpa y el rencor que aquel abigarrado día le había producido”.

Satisfecha por escucharlo de nuevo, la tarde se convierte en calidez y el dolor levemente se va quedando atrás, porque después de estar rodeada de escritores como: Mario Muñoz, Rafael Antúnez, Marco Tulio Aguilera, Raúl Hernández Viveros, Gerardo Cornejo, Omar Piña y la poeta Silvia Tomasa Rivera, haber tenido la oportunidad de convivir con ellos entre el aroma del café, fue un deleite conocerlos y aprender al escucharlos.

Caminar entre las calles húmedas y contemplar las grandes esculturas de Soriano sobre el parque, recordé y le confirmé a Omar lo que dijo Gerardo Cornejo con tanta seguridad: “Jardín con nombre de ciudad: Xalapa”.


sábado, julio 15, 2006

El viento...mi declaración

"Otras veces oigo pasar el viento:
vale la pena haber nacido
sólo por oír pasar el viento".
Fernando Pessoa.

Yo quiero vivir en una tierra donde habite el viento.
Yo quiero que ese viento se llame libertad.
Yo quiero escuchar siempre la voz del viento.
Yo quiero confiar que todos mis caminos están recorridos por el viento.
Yo quiero saber que el viento es enorme.
Yo quiero que el viento sea fuerte y débil a la vez.
Yo quiero respirar el viento del mar.
Yo quiero que el viento alivie mis dolores con la brisa que arrastra desde el mar.
Yo quiero que el fuerte viento del mar ahogue mis débiles lágrimas azules.
Yo quiero escuchar el viento con sus susurros que me cante al oído.
Yo quiero que el viento calme mis mañanas.
Yo quiero que el viento me abrace.
Yo quiero sentir el viento que me aguarde cada noche de mis desasosiegos.
Yo quiero esperar con ansia mi viento de luna.
Yo quiero reírme siempre con el viento.
Yo quiero ser mariposa en la claridad del viento.
Yo quiero ser luciérnaga en la oscuridad del viento.
Yo quiero ser el aroma de bambú impregnado en el viento.
Yo quiero ser el refugio del viento.
Yo quiero arder atada al viento.
Yo quiero que el viento me convierta en azul de fuego.
Yo quiero que el viento me regale la lluvia.
Yo quiero que me alumbren los ojos del viento.
Yo quiero descifrar los misterios del viento.
Yo quiero ser la palabra del viento.
Yo quiero creer que el viento me pertenece.
Yo quiero soñar que el viento se ha llevado mis cenizas.
Yo quiero ser la gracia del viento.


viernes, julio 14, 2006

El espejo de la novia

Foto: Priscila

A pesar de que le gustan los espejos en todas sus formas, ella odiaba mirarse en el espejo, lo evitaba, se resistía, lo rechazaba por sus complejos.
Tardó mucho en decidirse y cuando explotó en su fuego azul, lo miró y amó en demasía al espejo.
El espejo decidió hacerse añicos.
Ella recoge los pedazos con lágrimas, tratando de pegar su destino.

miércoles, julio 12, 2006

La lluvia

Foto: Pamela

Yo amo la lluvia. Cada día la siento en la plenitud de cada gota. Y de tanta agua que siento, me convierto en gotas de vida.

Yo amo la lluvia. Me gusta que me vista cada mañana.
Y de tanta agua que siento, me convierto en interminable.

Yo amo la lluvia. Soy la belleza extraña, rara, incomprendida en una imposible gota. Y de tanta agua que siento, me convierto en fuego.

martes, julio 11, 2006

Juan Soriano: arte en vuelo

Juan Soriano, el niño de 85 años, así como lo nombró Elena Poniatowska, llegó a Jalapa y la ha transformado en un Arte en vuelo. Sus manos están extendidas entre el parque Juárez, la Pinacoteca Diego Rivera y el Ágora, con sus pinturas, dibujos, litografías y esculturas. Esas manos que crearon su obra para que nuestros ojos se deleitaran en ellas.


Víctor Benítez, quien fotografió las manos de Juan Soriano escribió lo siguiente: “Manos creadoras, fuertes y poderosas, manos frágiles y delicadas, manos únicas. Cuando Juan trabajaba, se transportaba a su mundo, el mundo de la imaginación, el puente que nos permite ver hoy ese mundo son estas manos. La cámara intentó descubrirlo sin molestarlo, lo seguí a esos espacios donde se le da forma a los sueños, donde nacen los seres, las líneas y las cosas que Juan encontraba en este mundo particular. Solo diré que nunca le pedí que posara para un retrato, él no podía posar. Él era Juan Soriano y éstas, estas son sus manos”. Yo siempre deseé tocar esas manos y ahora solo puedo admirar su obra artística.

Sergio Pitol, Elena Poniatowska y Marek Keller, amigos del artista tapatío, presentes en esta inauguración en una noche cálida, sin la lluvia cotidiana pero con un ambiente bullanguero unido con la música romántica, caminando en el parque y sintiendo la presencia de Soriano entre sus grandes esculturas: pájaros volando, pájaros quietos, pájaros que charlan, plasmados en formas infantiles que producen sonrisas. 11 grandes y 32 pequeñas aves con la piel de bronce fundido a la cera perdida. ¿Qué más pedir cuando se tiene el recuerdo vivo de un artista como lo fue Juan Soriano?

Tímidamente le pregunto a Marek Keller: ¿Qué le faltó de realizar en la vida a Juan Soriano? y los ojos de color de Marek me sonríen y me contesta: “Nada, a Juan nada le faltó, todo lo que tuvo lo hizo feliz, hasta con su muerte fue feliz. Sus ojos, su sonrisa lo decían todo. No creo que le haya faltado algo”.

Camino por la ciudad, volteo como siempre, a buscar la luna, ahí está, medianamente, unas cuantas estrellas lejanas porque la estrella mayor, Juan Soriano, está acá, en medio de los árboles, del azul, de la montaña, de lo que es Jalapa, él ha dejado su arte en vuelo para que todos podamos elevarnos. La respuesta de Marek Keller me dejó satisfecha y contemplo lo que ofrece la vida gratis, me voy con la frescura del viento envolviéndome tiernamente.

domingo, julio 09, 2006

Ellos

Pintura: Priscila

...y ellos despiertan cada día entre la cordura y la locura del amor.

jueves, julio 06, 2006

La Condesa blanca...


La tierra exótica de Shangai recreada en el año de 1936-1937, se mezcla con la historia política, los negocios internacionales, las fuerzas militares y la invasión japonesa. En este lugar, existen refugiados buscando la sobrevivencia y trabajando en lo que nunca se imaginaron con tal de llevar el sustento a sus hogares.

La Condesa blanca, Sofía Alexeyevna Belinskya, una mujer rusa, aristocrática, elegante y atractiva, es exiliada, tiene que soportar vivir en un ambiente paupérrimo junto con su familia. Trabajar en circunstancias nada favorables, un lugar de vergüenza en aquellas épocas, ante la misma familia y su país, soportando las críticas. Cuidar hasta el último momento a su hija. Convencida que debe enamorarse por ciertos tiempos cortos para alimentar a su familia. Ella a menudo recuerda su pasado de bonanza y en donde la belleza era lo que le adornaba a su vida cotidiana.

El ex diplomático norteamericano, Todd Jackson, ciego, abatido por la desgracia que padeció con su familia y haber perdido la vista, también vive de recuerdos de su pasado. Luchador por sus causas políticas, deseando un mundo más pacifico. Conoce a Sofía, y los ojos que no pueden mirar su belleza, sienten que está ante la mujer perfecta, porque él dice que “ella tiene todo para un lugar, ella tiene el encanto, la tragedia, el hastío, ella sabe que la historia no ocurre para su especie. Ella es perfecta, mi pieza clave”. Él con su sentido del humor dice que los ciegos tienen buenos oídos.

Todd desea abrir un club nocturno, solo con la finalidad de olvidar el caos trágico que le rodea a Shangai. Invita a Sofía que trabaje para el negocio porque está seguro, a pesar de su ceguera, que ella le dará presencia. Sofía acepta, trabaja más a gusto y el negocio es un éxito hasta que Shangai es sitiada y todos deben de huir.

La soledad de ambos, los recuerdos permanentes de su pasado les invade en imágenes y la hermosa música les envuelve. El pacto de nunca hablar de sus vidas personales, se rompe, porque sus carencias, sus silencios, su pasión reprimida no pueden negarla más, no pueden evitar más que ellos en ese tiempo transcurrido, sus corazones solo esperan el momento para amarse. No pueden negarse ante el regalo que les ofrece la vida.






lunes, julio 03, 2006

Nélida Piñon: la voz del desierto...

Alta, rostro de niña, cabello lacio, blanca, ojos pequeños impregnados en su mirada nostálgica, dos anillos en su mano derecha, esas manos creativas para desprenderse y entregar sus letras. Recuerdo la escena cuando la conocí. Bajó del auto y de lado contrario, Sergio Pitol caminó hacia ella, uniéndose en un grande abrazo. Contemplé como charlaron, sonrientes, ahí estaban, enfrente de mí. Él, ganador del Premio Cervantes 2005 y ella, ganadora del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2005. La imagen se quedó guardada en mi memoria, sin papel, sin huellas, solo lo que yo quiero recordar. Ella es Nélida Piñon.

La escuché hablar con una voz de fuerza y con el sabor del portugués. Ella declaró que escribe con la memoria del cuerpo de mujer, con la geografía del cuerpo se conoce, habla, piensa, calla, escribe, se libera y se hace dueña. Se caracteriza como una aventurera que vive intensamente, aceptando todo lo que la ilumine y es atraída por la inteligencia. Mencionó la Biblia y yo le pregunté: “¿Quiénes son sus personajes bíblicos favoritos?” contestándome: “Sara y Pablo” y habló de ellos con pasión. También me contó de la amistad tan cercana que vivió con Clarice Lispector y me emocioné tanto que la interrumpí diciéndole que yo juego a escribir, que amo las letras de Clarice y es por eso que también uso ese nombre. Ella sonrió y me alentó a que nunca dejara de escribir y continuó recordando los últimos días que pasó con la Lispector, la describió de una belleza salvaje y como murió con sus manos prendidas a las de ella.

Nélida Piñon es la voz del desierto, sus letras están en su último libro: “Voces del desierto”. Aquella historia de Scherezade de “Las mil y una noches” con la que crecí en mi infancia, ahora las he leído en una historia creativa de Nélida. Me hizo sentir en cada hoja que ella me narraba una historia interminable con profundidad y pasión.

Son tardes lluviosas, el viento es enorme y duele. Mirar el libro de Nélida me trajo a la memoria lo que ella habló. Guardo el recuerdo cuando la conocí, contemplo su firma y la foto que nos tomaron, hojeo el libro y releo:

“Scherezade no teme a la muerte. Su imaginación será el poder para vencer el odio del Califa. Ella tiene el verbo fácil. Sus palabras animosas, despiertan las ganas de ser oídas. Lucha solamente por la vida, obedeciendo al instinto de la aventura narrativa y a la pasión por la justicia. Se esmera en los detalles para dar credibilidad a sus palabras, piensa, se organiza, vislumbra el mundo. Scherezade tejía con las palabras. Con el telar y el algodón entre los dedos, ella iba afinando los hilos para hacer con ellos, al final, un tipo de manta capaz de proteger a los oyentes del frío de las noches en el desierto. Sherezade es dueña de la palabra que pronuncia”.

Nélida Piñon casi finaliza preguntando: “¿Acaso no era verdad que lo vivido, aunque se disuelva en medio de los recuerdos, es un punto de referencia en el futuro?”.

domingo, julio 02, 2006

Consumida

Pintura: Priscila

Consumida por el cáncer...por el silencio...por el amor.